Miércoles, 27 enero 2021 | ![]() |
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¿Adónde conducen todos los caminos?“Se hace camino al andar”, nos dice el gran Antonio Machado. Y hacer caminos es lo que necesitamos en nuestra Honduras hundida en un deterioro sin fin. Abrir y descubrir caminos es la tarea humana, política y soberana más grande de nuestro tiempo, porque todos los caminos conocidos ya están excesivamente trillados. ¿Por dónde pueden abrirse caminos? El camino desde la actual administración pública es el de la corrupción e impunidad, y se tapa con discursos llenos de mentiras. Ese camino viene de lejos y se ha convertido en el camino sinónimo de la politiquería. Los otros partidos políticos mayoritariamente están comprometidos con el camino ya trazado. Es el camino que usa la política para escalar posiciones, y entender el poder como capacidad para ejercer control y dominio sobre los demás. Es el camino de privilegios y ventajas de un poder que reditúe en ganancias económicas. Hay partidos nuevos que tienen un discurso remozado, nada que ver el discurso cachureco o de los viejos liberales con el discurso de partidos nuevos. Son dos lenguajes. Y expresan su compromiso con la lucha contra la dictadura, pero entre el discurso y los hechos existe un enorme trecho. Solo ellos luchan, y si otros lo hacen sin su consentimiento, descalifican hasta alcanzar el descrédito. El cálculo es lo que define lo que dicen y hacen. El país es un inmenso y eterno campo electoral. En los hechos fuera de las palabras, el rumbo asumido es el trillado camino electoralista. Todos los caminos actualmente trazados conducen a fortalecer el modelo neoliberal basado en la concentración extrema de la riqueza en reducidas manos, empobreciendo a millones de personas y vendiendo los bienes y la soberanía nacional al capital de las transnacionales. Todos los caminos conducen al extractivismo con sus secuelas de deterioro ambiental y amenazas a las comunidades. Nuestro país necesita abrir nuevos caminos. Es la más compleja y difícil de las tareas. Pero es la tarea imprescindible. No luchar por abrir caminos, es condenarnos a seguir los trillados caminos de los clásicos políticos que ya conocemos. Necesitamos invertir en nuevas generaciones que no admitan los mismos caminos ni se embroquen en decisiones que proceden de caudillos. Necesitamos de nuevas generaciones que se decidan por la aventura de meterse de lleno en abrir inéditos caminos de construcción de soberanía, que rompan con la repetición politiquera de siempre aunque con fraseología engañosa, y construyan propuestas desde abajo que presionen por una institucionalidad que rescate el Estado de Derecho, la democracia, la vigencia de los derechos humanos y las alegrías de un pueblo en libertad.
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