Miércoles 16 de Febrero 2022    

Dieciocho años

Del año 2004 al año 2022 un narcotraficante fue consolidando su imperio delictivo con plena protección de todas las instituciones del Estado. Esa persona acusada de narcotraficante fue escalando posiciones, contribuyó firmemente al éxito del golpe de Estado, logró que lo eligieran presidente del Congreso Nacional, y durante ocho años fue presidente de la República. Ese ha sido el señor Juan Orlando Hernández Alvarado.

Durante esos 18 años de construcción de su imperio político y criminal, Juan Orlando Hernández gozó del reconocimiento de las administraciones del gobierno de los Estados Unidos, y de acuerdo a diversos informantes, delató y entregó a varios de sus más cercanos compinches así como la eliminación física de posibles cabos sueltos.

Durante esos 18 años Juan Orlando Hernández fue diseñando el Estado y conformando sus aliados y funcionarios de acuerdo a los intereses de sus turbios negocios, de modo que es señalado como responsable de introducir en esos años más de 500 mil kilos de droga a territorio estadounidense.

Durante esos 18 años circularon noticias de sus vínculos con la narco actividad, su propio hermano fue capturado, enjuiciado y condenado a cárcel de por vida, su hermana colaboradora en sus negocios desde Casa Presidencial murió en un extraño accidente de helicóptero. Y sin embargo, los principales medios de comunicación callaron y dieron muestras inequívocas de ser parte de la cadena mediática bajo control del personaje político delincuencial.

Durante esos 18 años, mientras consolidaba su emporio y cuando circularon noticias sobre sus implicaciones criminales, sobraron los pastores que organizaron cadenas de oración por el bienestar de su discípulo y por la libertad de su hermano Tony, y se sabe que muchos de estos pastores recibieron enormes cantidades de bendiciones materiales por su servicio espiritual. Y durante ese período fueron elocuentes los silencios eclesiásticos, y las muestras de simpatías de altos dignatarios del clero fueron muy evidentes a lo largo de estos años.

Hoy todo mundo guarda distancia del señalado, pero ese emporio de 18 años es imposible que se haya consolidado sin el contubernio, el visto bueno, la protección, las adulaciones y el silencio de muchos sectores que de muy diversas maneras se beneficiaron.

Con la captura y las imágenes de un hombre encadenado, confiamos que se esté poniendo fin a una tormentosa etapa hondureña, que se abra un nuevo período que acabe con la impunidad y se invierta en la formación ética y política de una nueva generación de políticos que construyen institucionalidad desde la verdad, la justicia, la ética, respeto a los derechos humanos y respeto a las leyes del Estado de derecho.

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