Sábado, 25 abril 2020

Dios bendiga Honduras


Sí, Dios bendice a Honduras porque es toda misericordia. Porque tiene establecida una relación de amistad con la humanidad, justamente lo que significa la salvación. Y porque nuestra fe se sostiene en un Dios que en su Hijo Jesús, no castiga, no condena, no juzga. Abraza y en lugar de condenar, nunca se fija en el pasado de lo que hemos hecho, sino en el presente que nos abre todas las posibilidades de una vida nueva para el futuro.

Sí, Dios bendice, es decir, dice bien de su pueblo, el humilde, porque es un pueblo lleno de fe, y carga con el peso de las injusticias y la exclusión. Dios bendice, dice bien, de la gente que mantiene los valores de solidaridad y de compartir, los valores de la ética y la comunidad. Bendice al pueblo que no se deja arrebatar su dignidad, y que mantiene su honradez aún cuando eso signifique padecer hambre o recibir burlas por no dejarse sobornar.

Dios bendice porque es grande y su amor es ilimitado. Pero la bendición de Dios no es mítica, no es mágica, no se da por arte de magia. Dios bendice porque es amor, pero bendice porque nosotros correspondemos con ese amor misericordioso, y actuamos entre nosotros con ese amor y esa solidaridad que él ha establecido con nosotros.

En las abundantes cadenas nacionales, los líderes nacionales terminan con la expresión “Dios bendiga Honduras”. Sí fuese por las actitudes y decisiones de quienes conducen la actual emergencia y las políticas del Estado, no podríamos esperar bendición alguna de Dios, porque las actitudes y decisiones de quienes están al frente de esta emergencia están dejando huellas imborrables de saqueo, corrupción, abusos y mentiras.

Dios bendice a Honduras no obstante que las prácticas y decisiones de quienes conducen el actual proceso de emergencia deja maldiciones, angustias, más gente enferma, mucho más expuesta ante la amenaza de la pandemia. Las prácticas y decisiones de quienes se ponen al frente de las cadenas nacionales están repletas de corrupción y mentiras, y por tanto, son generadores de maldiciones, es decir, solo podemos decir mal de lo que hacen.

A pesar del mal que provocan quienes conducen esta emergencia, con sus robos y negocios sucios en nombre de los pacientes y de la gente hambrienta, Dios nos sigue bendiciendo. Los ladrones de los bienes públicos y comunes son pocos, y aunque hacen un enorme daño a toda la sociedad, son más las personas que se afanan en hacer el bien, promueven gestos de compartir y solidaridad, de entrega y compromiso para saber vivir con fe y compromiso esta larga cuarentena.

En virtud de esos gestos y esas actitudes de amor y solidaridad que abundan entre la gente sencilla, Dios nos bendice. Y nos bendice porque entre sus angustias, la gente sencilla vive agradecida, y sabe decir “solo Dios con nosotros”. Por esa fe y generosidad de nuestro pueblo, el más noble, es por lo que decimos con firmeza y fe, a pesar del terrible daño que riegan en nuestro país los líderes actuales, nosotros lo decimos desde nuestro corazón: Dios bendiga Honduras.

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