Jueves, 19 de Mayo 2022 |
Don Paco
Es un hombre alto, trigueño, de pronta sonrisa. Sentando en un tablón nos platica de su experiencia con la tierra y como ha ido construyendo su parcela. Cuenta que comenzó sembrando árboles maderables y ya está cosechando algunos cedros. En la parcela tiene variedad de árboles frutales como zapatilla, mango, aguacate, mandarina, caña de azúcar, cocos, guineos, mata sabor, tamarindo africano, pomelo, mangustinos, entre otros.
Su parcela es pequeña, hay de todo y todo está en su sitio. En un rincón combinó los arboles maderables con los frutales, llenó la entrada a la parcela de flores, tan necesarias para la vida de las abejas, quienes a su vez fecundan las semillas. En otro punto sembró el cañal y a lado pondrá la parcela de café con el propósito de seguir produciendo fertilizantes.
Don Paco hizo ruptura con la quema del suelo y con el uso de venenos y fertilizantes químicos. Entiende su parcela como un circuito de la vida. En la actualidad está creando condiciones para criar gallinas, que le dan comida y también fertilizantes. Con el dinero de la miel paga la limpieza de la parcela de rambután. Cuenta que en una ocasión estaba en una crisis perra, pero tenía unos cocos secos, los vendió y con ese dinero pudo limpiar la parcela.
“No he sido ni un santo ni tampoco un diablo”, cuenta Don Paco. Mi sueño era tener un trapiche de motor y ya lo tengo. Ahora mi felicidad es estar en la parcela y ver a mis amigos comer cachada de miel. “En los peores momentos de crisis económicas y de salud los amigos me acompañaron para salir adelante”, recuerda con cariño Don Paco
Don Paco es un líder histórico del sector de Abisinia en el municipio de Tocoa. Parte de su vida la ha dedicado a gestionar la apertura de carreteras o la instalación de planchas para el paso de carros por los ríos. Con tono firme nos dice “Ya pasé la prueba más dura con la minería. Yo nací aquí en la Abisinia y quiero morir por esta tierra.” Paco estuvo amenazado por luchar contra la minería en su sector.
Don Paco vive solo en su parcela, sus hijos emigraron a los Estados Unidos. Él no recibe ni necesita remesas, su finca es realmente sostenible, pero tiene el privilegio de una visa para ir a verlos. Su formación y experiencia organizativa y conocer la vida de sus hijos en el Norte le han ayudado a ver con otros ojos su parcela, la montaña y los ríos, y también le permite ver con otros ojos a la autoridad pública y al gobierno nacional.
Necesitamos muchos Pacos no solo para enfrentar la embestida de los monocultivos y de neoliberalismo. Necesitamos Pacos para producir alimentos, para aprender a diversificar las parcelas y sobre todo hombres y mujeres que miren a Honduras con otros ojos, que miren sus las riquezas naturales como fuente infinita de la vida. Gracias Don Paco por enriquecer a ese grupo milperos y milperos que generosamente disfrutamos de su vida, del racimo de guineos y del corte y caldo de la caña.
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