¿Dónde está el dinero?

El Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la ONU señala que el derecho a la salud “es un derecho humano fundamental e indispensable para el ejercicio de los demás derechos humanos”, y está estrechamente vinculado con el ejercicio de otros derechos humanos.

Uno de esos otros derechos es la libertad de expresión, ya que en contextos de graves actos de corrupción puede concebirse como un instrumento para arrojar luz sobre las estructuras ilícitas y secretas con las que actúan los corruptos, y que buscan mantener sus actos fuera del escrutinio público.

Por ello es que la libertad de expresión es fundamental para generar un control ciudadano sobre las actuaciones del régimen orlandista en el manejo de la pandemia, y denunciar su corrupción en la administración de los fondos que deberían destinarse a salvar vidas a través del fortalecimiento del sistema de salud pública.

En otras palabras, podemos decir que la libertad de expresión es el derecho a incomodar a los corruptos y que el acceso a la información pública es una herramienta para proteger derechos y prevenir abusos de parte de los poderes públicos y privados, así como para luchar contra la corrupción y el autoritarismo.

Bajo esta lógica es comprensible por qué al régimen de Hernández y a sus achichincles les molesta tanto la pregunta “¿Dónde está el dinero?”, y recurren a la censura, a la represión policial y militar, y al uso del Ministerio Público y del Poder Judicial para callar las voces de denuncia.

Obviamente, la pregunta “¿Dónde está el dinero”? es retórica porque la ciudadanía tiene claro en las manos de quién está. Y aunque el sistema judicial los declare inocentes, la ciudadanía consciente sabe perfectamente que las manos de esos corruptos están manchadas con la sangre de quienes han perdido la vida por el coronavirus.

Sin duda alguna, es una obligación ciudadana articular y fortalecer nuestras luchas y demandas para rescatar al país de las garras de los criminales que lo desgobiernan.