La resiliencia de las comunidades que florecen en medio de adversidades es inspiradora y digna de reconocimiento. En este contexto, el arte de retoñar de revivir y resistir en medio de dificultades se convierte en un reto enorme. Cuando los tiempos de crisis golpean y las circunstancias no permiten ni siquiera recibir flores, sino únicamente polvo y escombros, la supervivencia se transforma en una tarea gigante. Como expresa Melo, “así va la vida”; en ocasiones, la adversidad sumerge tanto que parece imposible salir adelante, pero aún en esos momentos, la organización y la fe en lo colectivo tienen un rol fundamental.
Sin embargo, organizarse no es fácil. En muchas ocasiones, los liderazgos dentro de las comunidades se ven corrompidos por el autoritarismo y el utilitarismo, erosionando la confianza y la unión. Con el tiempo, esto ha generado una pérdida de fe en el trabajo colectivo, afectando la capacidad de las personas para soñar y caminar hacia un futuro común. A pesar de esta realidad, muchas comunidades se aferran a la esperanza, impulsadas por el sueño de construir, a través de la comunidad, una vida más digna y justa. En estas circunstancias, surge una fuerza poderosa y transformadora: la comunidad como pilar de cambio.
Un ejemplo claro de este esfuerzo colectivo es la creación de la caja rural de ahorro y crédito La Libertad, en la comunidad de Las Metalias, en Tela. Este proyecto comunitario nació en noviembre del año 2022 como una semilla de esperanza, destinada a reunir a personas que, a través de la autodeterminación y el apoyo mutuo, puedan mejorar su calidad de vida. Los inicios fueron difíciles: a pesar de las reuniones y los esfuerzos, la participación era mínima y el camino parecía cuesta arriba. Pero con el tiempo y la perseverancia, el grupo logró consolidarse. Finalmente, diez personas, entre ellas mujeres, hombres y jóvenes, se unieron con un aporte inicial de 100 lempiras cada una, sumando 1,000 lempiras en total.
Esta suma inicial, aunque modesta, simbolizó el compromiso colectivo y la determinación de construir un sueño compartido. En 2023, la caja rural creció a 18 miembros, ampliando su alcance y generando mayor impacto. Uno de los pilares de este espacio es la participación de jóvenes que, con sus ideales y su entrega, infunden esperanza en el proyecto. Los sueños compartidos incluyen no solo mejorar las condiciones de vida, sino también crear espacios que fomenten el encuentro, la formación y el desarrollo comunitario. Entre las aspiraciones está la de adquirir un terreno y abrir un café comunitario, iniciativas que promueven la autonomía económica y fortalecen los lazos entre los miembros.
El proceso ha sido, además, un camino de aprendizaje y deconstrucción, donde se han experimentado tanto momentos de desánimo como de entusiasmo. En una sociedad donde el individualismo prevalece, el esfuerzo por crear un espacio comunitario enfrenta desafíos constantes. Sin embargo, el apoyo mutuo y la solidaridad son fuerzas que sostienen a la comunidad, recordando la importancia de unirse en torno a objetivos comunes.
Es necesario destacar el apoyo de personas como don Marcos y doña Alejandrina, quienes han brindado un espacio físico para que este proyecto pudiera crecer. Asimismo, el acompañamiento del ERIC (Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación) ha sido clave ofreciendo respaldo en formación y capital semilla, elementos esenciales para fortalecer las capacidades y asegurar la sostenibilidad del proyecto. Este acompañamiento, que no solo apoya el desarrollo económico sino también la formación humana, permite a las personas avanzar con mayor seguridad y dirección. El arte de retoñar, de revivir en medio de escombros, se manifiesta aquí en un esfuerzo colectivo por crear alternativas de vida. Estas personas, muchas de las cuales no habían estado involucradas en espacios organizativos antes, encuentran en su fe y en la comunidad una motivación para resistir y construir un camino propio hacia el bienestar. En última instancia, este esfuerzo es un recordatorio de que, aunque el desafío de lo colectivo es constante y la esperanza puede parecer lejana, el trabajo en comunidad sigue siendo una fuente vital de fortaleza. En medio de la desconfianza, la caja rural de ahorro y crédito La Libertad simboliza una semilla que, con dedicación y apoyo, puede florecer y contribuir a un futuro más equitativo y digno para todas las personas.