Miércoles, 30 Octubre 2019

El empresariado que necesitamos hoy en Honduras

Un dato apabullante, solo comparado con el calificativo de gobierno narco, es el que nos dice que Honduras ocupa el tercer lugar en el mundo, después de Sudáfrica y Haití, en desigualdad. Es un dato que nos recuerda que el problema de nuestro país no es la pobreza o falta de riqueza, sino de distribución de los bienes y de las riquezas que tenemos.

Ocupar un lugar así en el planeta nos asocia con la concentración y acumulación de riquezas en poquísimas manos. ¿Y cuáles son esas manos? Las de unos empresarios que no solo se conforman con las ganancias propias de la competencia capitalista, sino que su codicia conduce a contratos amañados con el Estado y con el soborno a funcionarios públicos.

De esos empresarios no necesitamos en Honduras. Son pocos, pero los consume la codicia. Bien sabemos que en nuestra Honduras, de manera muy especial, toda su gente es necesaria, y nadie puede quedar fuera de ninguna propuesta que conduzca a soluciones a nuestros diversos y agudos problemas. Pero ese reducido grupo de empresarios que avala el narcotráfico y los asesinatos de ambientalistas, no necesitamos en Honduras.

En Honduras nadie sobra, todos nos necesitamos, todos podemos aportar y todos podemos enriquecernos desde la diversidad de aportes, siempre que sea un aporte honesto y sin corrupción. Pero se necesita una actitud de apertura hacia los demás y una actitud de búsqueda de respuestas complementarias para que esa diversidad se convierta en una auténtica riqueza.

El aporte del empresariado honesto es necesario para la vida del país. Su inversión y su iniciativa económica, comercial, financiera e industrial son un aporte esencial en la sociedad hondureña. Lo que cuestionamos y rechazamos es a ese sector privilegiado que hace tanta ostentación de sus riquezas y lujos que se convierte en un insulto para una sociedad empobrecida y miserable.

Necesitamos un empresariado que se destaque por su responsabilidad social, no reducida a obras o publicitados y sospechosos proyectos de caridad, los cuales, a través de obras que hacen bien a gente necesitada, ocultan o justifican desvíos o manejos turbios de recursos mal habidos, como ocurre con no pocas fundaciones como la Teletón.

Necesitamos un empresariado que fomente el empleo digno y respete la legislación laboral, que fomente y no juegue sucio a la mediana, pequeña y microempresa, que pague sus impuestos conforme a sus rentas, utilidades y propiedades. Necesitamos un empresariado honrado, que juegue limpio con el Estado, que sus ganancias estén íntimamente unidas a la búsqueda de la ganancia para toda la sociedad, y tiene un compromiso ético con los sectores más indefensos de la sociedad.

Necesitamos un empresariado que en tiempos de desesperación y convulsión como los que hoy vivimos, decide arriesgar su capital y su prestigio en defensa del país que está siendo despezado por un narco gobierno que sin distingo nos conduce a un estallido sin control.

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