Vierner, 25 de Marzo 2022 |
El encantador terminó encantado
A muchos incautos los encandiló con la célebre frase “voy a hacer lo que tenga que hacer para llevar la paz y la tranquilidad a mi pueblo” y mientras la masa entusiasta le vitoreaba él autorizaba la entrega de bonos, bolsas solidarias y mucho pan con mostaza.
Otros ingenuos creyeron en el “caiga quien caiga” o en la máxima cotidiana “nadie está por encima de la ley”, mientras él se sentía la ley. Con el Consejo nacional de defensa y seguridad se situaba por encima del bien y del mal, él decidía qué investigaba o no el Ministerio Público, a quién culpaba o liberaba la Corte Suprema de Justicia y decidía qué pasaba o engavetaba el Congreso Nacional.
A los funcionarios públicos de su partido les encantó con la permisividad para robar a manos llenas, les aseguró impunidad y a muchos los estimuló con sobresueldos. Todos los miembros de la estrella solitaria fueron obedientes y quien tuviera la osadía de cuestionar a su majestad lo mandaba al congelador y lo excluía de toda actividad política.
A los empresarios les encantó con las concesiones hidroeléctricas, mineras, caolianzas, fideicomisos, exoneraciones fiscales, lavado de activos. Muchos lo adularon en público, otros lo hicieron socios y no pocos facilitaron sus plataformas para mover el medio millón de kilos que le asegura el boleto y estadía a Nueva York. Hoy todos lo desprecian.
A los militares les encantó con balas, polvo y plata. Les hizo creer que eran los hombres más poderos les compró armas, pertrecho militar, buque de guerra; les entregó un aporte extrapresupuestario de 5 mil millones de Lempiras. A un alto mando militar, a quién ya no le cabían chapitas en el uniforme, parece que lo condecoraron según la mercancía que pasaba por el país al año. Hasta el Comando Sur le entregó su pin, parece que fue decorada con la letra E, él creyó que era de excelencia, pero era de extraditable.
A unos medios de comunicación los empachó con millones que llegaban de casa presidencial, a otros les encantó con un decreto presidencial que permitía cambiar el pago de impuestos por guardar silencio sobre los negocios blancos y el saqueo de las arcas del estado. Junto al silencio de los medios corporativos, abrió el grifo de dólares a los pastores quienes desde sus a medios rezaron por la prosperidad del negocio. Pero al final el encantador de serpientes terminó encantado. Vinieron del Comando sur, de la DEA, le felicitaron por su combate al narcotráfico, la señora Fulton le reconoció el triunfo de unas elecciones ilegales, machadas de sangre y de fraude, él creyó en sus encantos. Hoy los mismos que les encantaron, lo tienen con las chachas puestas, mientras suenan los motores de un avión de la DEA, una larga jubilación en Nueva York le espera.
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