Viernes, 29 mayo 2020

En el cruce de los siglos


Entender el quehacer del Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación en sus cuarenta años, es echar una mirada diversa a las realidades y contexto de la región centroamericana y hondureña.

El asesinato del jesuita Rutilio Grande en 1977 en El Salvador, el proceso de revolución en Nicaragua de 1979 y la implementación de las políticas de tierra arrasada en contra de los pueblos indígenas de Guatemala, se suman a los desplazamientos y desaparición forzada en contra de líderes campesinos, estudiantiles y sindicales de Honduras. Las cuatro décadas del ERIC nos pintan grandes trazos de esas historias y signos que debemos tener presentes.

Primera década: El asesinato de Monseñor Romero al inicio de los ochentas y el asesinato de los mártires de la UCA al final de la misma década, son dos señales que marcaron el trabajo del ERIC. El acompañamiento en la defensa de los derechos humanos y la defensa de la vida, desde una experiencia espiritual y cultural centroamericanista que nos recuerda la importancia de la inserción de la iglesia comprometida, profética y esperanzadora que apuesta por la vida.

Segunda década: El recién fallecido expresidente Rafael Leonardo Callejas fue el impulsor de una reforma estatal que significó la entrada de Honduras al mercado internacional, convirtiendo al neoliberalismo como su principal aporte; la aparición de la industrial de la maquila, las primeras expresiones de pandillas juveniles y el desastre natural provocado por el huracán Mitch como una emergencia mal conducida por el expresidente Carlos Roberto Flores Facussé, son otros rasgos a tener presentes en esta segunda década y el final del siglo veinte.

Tercera década: La criminalización de la juventud con las políticas represivas impuestas por el gobierno de Ricardo Maduro Joest, la firma y entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio, los signos evidentes de corrupción en la institucionalidad y la ruptura del orden constitucional, son las señas que marcaron la tercera década del contexto en el que el ERIC seguía apostando por la reconstrucción de una Honduras más justa, más humana, más inclusiva.

Cuarta década: Las calles se convirtieron en el principal escenario para recuperar lo público, desde las luchas estudiantiles y magisteriales en defensa de la educación pública, las protestas en contra de la corrupción y la impunidad, y la vigilancia y auditoría social comenzaron a dar sus primeras expresiones de resistencias diversas en el cambio generacional que vivimos en Honduras.

En cercanías del bicentenario de Centroamérica, el ERIC comienza su quinta década reafirmando su compromiso histórico como una iglesia empapada de pueblo, con la búsqueda de equilibrio de una casa común, acompañando a los sectores olvidados y estigmatizados del pueblo hondureño y sabiendo que ningún aniversario se puede celebrar sin la defensa de la alegría y la apuesta por la vida.

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