En el día de las madres hondureñas
Saludamos a todas las mujeres y madres de nuestra querida Honduras, a todas, pero de manera muy especial a las madres que lloran a sus hijas e hijos asesinados, a las madres que tuvieron que emigrar obligadas por la necesidad de alimentar y educar a sus criaturas, y a las madres que directa o subliminalmente perpetúan el actual estado de postergación de las mujeres a la cocina, y son víctimas de la violencia machista.
Hemos de reconocer que históricamente la Iglesia no ha sabido ser plenamente fiel al evangelio, al adoptar la cultura patriarcal que en países como el nuestro abusa, discrimina y desprecia a la mujer, en contraposición a la palabra revelada que sustenta que ante Dios todos los seres humanos somos iguales.
Ante el Dios de la Vida, nadie es más ni nadie es menos. En su diversidad, tanto el varón como la mujer son por igual imagen de Dios amor, ternura, justicia y solidaridad. En los hechos, tanto en la sociedad como en la Iglesia, nos queda mucho camino por recorrer. La deuda que tenemos es inmensa. Esa deuda es tarea, es desafío. La liberación de las mujeres es el futuro para la redención de toda la sociedad. O se redimen en todos sus derechos a las mujeres, o la sociedad no podrá alcanzar su auténtica liberación y paz. En la lucha por la emancipación y redención de las mujeres está también la emancipación de de los hombres.
Agradecemos al Dios de la Vida por el Don de amor y vida que ha dado a las madres, y hoy especialmente desde este espacio saludamos a todas las madres luchadoras tanto en el hogar, como en el trabajo asalariado, en las oficinas y en las calles. Va nuestra ofrenda a tantas madres que cargan con el dolor de haber perdido a sus hijos e hijas víctimas de la violencia, son miles de madres en la capital, San Pedro Sula, La Ceiba, el Aguán y en el occidente y en el sur, que lloran la pérdida de sus hijos y más lloran su impotencia por no saber nada de sus crímenes.
Saludamos a las madres doctoras y enfermeras que están ofreciendo su capacidad profesional y arriesgan su vida en la atención a los pacientes del COVID-19, y a todas las madres que protegen la vida de sus familias, de la comunidad, que muy dueñas de su pobreza comparten y son símbolo de solidaridad.
Saldremos de esta pandemia, y saldremos de la epidemia machista y patriarcal. Y tenemos nuestra plena esperanza de un mundo, de una sociedad, en donde todas las personas, y especialmente las mujeres y las madres serán dignificadas, en todos sus derechos y en todos sus sueños. Madres nuestras, reciban con estas palabras nuestra humilde ofrenda de gratitud.
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