Pronunciamiento en el marco de la Asamblea Anual de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica-Norteamérica (RJM CANA) [Descargar]


Del 30 de septiembre al 4 de octubre estuvimos 32 organizaciones que conformamos la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica-Norteamérica (RJM CANA) y 2 invitadas del Caribe celebrando nuestra Asamblea anual en las ciudades fronterizas de Ciudad Juárez, Chihuahua, México y El Paso, Texas, Estados Unidos. Estas ciudades han vivido a lo largo de la historia las transformaciones en las dinámicas migratorias de la región. Por un lado, han sido el escenario de políticas de control y contención migratoria y, por el otro, han atestiguado acciones de solidaridad y hospitalidad en favor de la dignidad de las personas migrantes y refugiadas.

A partir de la voz de las personas y del trabajo que acompañamos en los países de Centroamérica y Norteamérica, destacamos la fuerza e importancia del trabajo que desde la sociedad civil realizamos para la atención de las personas migrantes y refugiadas. Hemos constatado que el trabajo en red y de manera articulada es esencial para ofrecer un servicio integral que incluya el acompañamiento directo, así como procesos de incidencia e investigación. Ante las nuevas dinámicas y políticas migratorias, las obras hemos tenido que adaptar nuestros servicios, buscando responder a las diversas realidades y reconociendo que todo esfuerzo debe hacerse con y para las personas y familias migrantes, refugiadas y desplazadas. Reconocemos la importancia de aprender cada día de su fuerza, solidaridad, audacia y resiliencia.

Denunciamos que en el último año se ha profundizado la militarización, contención y externalización de fronteras, y esto ha impactado en las condiciones en las que se migra, volviéndolas más precarias y peligrosas. Los gobiernos continúan desarrollando políticas que priorizan la seguridad y se invierte más en los controles fronterizos que en el abordaje de las causas raíz de las migraciones. El 1 de octubre personas migrantes y con necesidades de protección fueron víctimas de la persecución militar en Villa Comaltitlán, Chiapas. Este hecho evidencia las consecuencias de estas políticas que cobran vidas y que por lo general quedan en la impunidad. Desde la Red nos solidarizamos con las víctimas y sus familias.

A la vez se han abierto vías de regularización, sin embargo, no todas las personas califican a estos programas y en algunos casos son medidas que limitan el derecho a solicitar asilo y vulneran el principio de no devolución, exponiendo a las personas a mayores riesgos y desprotección. En este contexto, promovemos que los países de la región apliquen la definición ampliada de la Declaración de Cartagena para la protección y la integración de las personas que requieren asilo y refugio.

En estos tiempos de incertidumbre y cambios políticos, desde la Red estaremos atentos y atentas a las implicaciones e impactos en las dinámicas migratorias, pero sobre todo, de los efectos en la vida de las personas migrantes y refugiadas. Continuaremos trabajando en la defensa de sus derechos y abogando por una movilidad informada, acompañada y protegida. Impulsaremos el diálogo en todos los niveles y acciones que transformen la discriminación, el racismo y la xenofobia en caminos de hospitalidad.

Desde la Red nos unimos al mensaje del Papa Francisco en el marco de la 110º Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2024, que nos invita al encuentro y a caminar con las personas migrantes y refugiadas, acompañándolas desde la esperanza en cualquier tiempo y lugar.


Dios no sólo camina con su pueblo, sino también en su pueblo, en el sentido de que se identifica con los hombres y las mujeres en su caminar por la historia, especialmente con los últimos, los pobres, los marginados. (Papa Francisco)

México, 3 de octubre de 2024