P. Ismael Moreno sj
Los lamentos
Lamento que mis hermanos de Guapinol y Rommel Valdemar comiencen el nuevo año tras las rejas, por defender el agua y la dignidad nacional. Mientras gente comprometida con millonarios robos al erario púbico y comprometidos con el narcotráfico, hayan recibido, o sebreseimiento o medidas sustitutivas para defenderse en libertad. Esto nos advierte que en lugar de un Estado de derecho, hemos caído en el reino de los privilegios para unos, y las discriminaciones para la inmensa mayoría de la sociedad.
Lamento que comenzamos un año nuevo sin tener información seria que conduzca al paradero de los hermanos garífunas desaparecidos, en el marco de un Estado experto en ocultar la verdad, proteger delincuentes y discriminar a los sectores que no aplauden sus fechorías.
Lamento que comenzamos un nuevo año con Juan Orlando Hernández encabezando la titularidad de un Estado cuya institucionalidad ha servido de mampara para muchas fechorías de su gente más cercana, y que él mismo las tapa a través de regalías y abusando de las angustias y necesidades de la gente.
Lamento que comenzamos un año nuevo con una organización social y política opositora extremadamente frágil y atrapada en desconfianzas, ansias de protagonismos infructíferos, y en la lógica de la bastedad, frente a la necesidad de complementarse y enriquecerse unas organizaciones con otras.
Lamento que comenzamos un año nuevo con miles de familias damnificadas y atrapadas en una ingrata sobrevivencia y bajo la manipulación de los programas oficiales que convierten todo lo que tocan o en saqueo o en voto.
Lamento que comenzamos un año nuevo sin tener siquiera información de los siete hospitales móviles que se compraron con fondos públicos y que acabaron en una enorme estafa. A mediados de año se levantó un grito que retumbó a lo largo del segundo semestre, y que hoy, al comenzar el año, resuena todavía con más potencia: dónde está el dinero!!
Lamento que comenzamos un año nuevo con un Congreso Nacional convertido en cueva política de vividores y traficantes de leyes para beneficio de grandes poderosos y en donde se legisla para poner los bienes comunes al servicio de extranjeros. Ellos son literalmente vende patrias, y su decretos dejan al desnudo a ladrones, traficantes y mercenarios.
Lamento que comenzamos un año nuevo con una mayor amenaza del Covid que hace nueve meses, y con una enorme insensibilidad personal y social, en gran parte como resultado del acento en las ganancias que un reducido grupo de empresarios ha impuesto en asocio con el régimen político, así como con la promesa de una vacuna que no solo parece que no llegará, sino que puede correr el mismo destino que corrieron los hospitales, que prometieron 95, se compraron siete y no hay ni siquiera uno funcionando. Lamento entonces que tengamos que esperar mucho más tiempo que regrese el confiado encuentro de los abrazos.
Lamento que en este año hayamos sido testigos de la muerte por Covid de muchísimas personas valiosas, como médicos y personal de salud, y que hayamos tenido que llorar la partida de muchos familiares, amigos y amigas entrañables.
Lamento que tengamos que esperar a que sea la nueva administración del gobierno de los Estados Unidos la que actúe en contra de la corrupción y la impunidad, y que no pongamos el empeño en nuestras capacidades internas para luchar por liberar al país de una narco dictadura, que se cierne como amenaza para usar las elecciones una vez más para imponer su práctica criminal en base a su populismo engañoso.
Las gracias
Quiero agradecer porque estamos vivos, en una sociedad amenazada de muerte, amanecer con vida a un nuevo año, ya es una enorme ganancia, que hemos de agradecer y ofrecer para el caminar de los días, las semanas y los meses por venir. Vivir en Honduras es un estricto hecho de gratitud.
Quiero agradecer por los gestos de generosidad y solidaridad de mucha gente para con los pacientes de Covid, especialmente a médicos, enfermeras y personal de salud. De igual manera agradecer por tantos gestos de generosidad de los que hemos sido testigos en estos meses de inundaciones y amenazas por los temporales climáticos. Gestos de socorro para salvar vidas, organización de mucha gente para dar respuestas ante la emergencia, la organización de brigadas de limpieza, y la propia respuesta de los damnificados para poyarse unos a otros, son gestos para vivirlo agradecidamente, como una historización hermosa de la consigna “solo el pueblo salva al pueblo”.
Quiero agradecer por la solidaridad internacional, de muchas comunidades europeas, estadunidenses, canadienses, latinoamericanas, caribeñas y centroamericanas, que en medio de sus propias amenazas, se han volcado para echar una mano a la gente que ha sufrido como consecuencia de la pandemia y de las inundaciones. De manera especial quiero agradecer a sectores de Iglesia, y particularmente de la Compañía de Jesús, que nos han echado la mano, y específicamente a fundaciones como Share, con sus múltiples organizaciones, las cuales nos han animado en el inicio del programa colectivo y de mística con la madre tierra, “Vamos a la milpa”.
Quiero agradecer las luchas de rebeldía de comunidades organizadas para defender sus bienes, su agua, su minería, amenazados por las compañías extractivas, y por la lucha por defender la vida y el derecho a la libertad de nuestros hermanos de Guapinol, y por la persistente lucha organizada porque se haga justicia en el asesinato de nuestra Hermana Mayor, Berta Cáceres, y de los indígenas y defensores de derechos humanos y ambientales que han sido cruelmente asesinados.
Quiero agradecer por las diversas expresiones de denuncia de muchos sectores de la sociedad hondureña ante los saqueos a los recursos destinados a atender la pandemia, y que se unieron en una sola voz en el grito: “Dónde está el dinero!!”.
Quiero agradecer por las expresiones sencillas de compromisos de mucha gente, desde el silencio, desde el anonimato, sin protagonismos, que han pasado desapercibidos, tantas manifestaciones de oración y entrega de gente con discapacidad que no ha sido vista en las calles, pero sí ha estado presente desde su oración y plegaria dando fuerzas a quienes tendríamos que haber estado más presentes y hechos un nudo en la lucha por defender los ddhh, los derechos ambientales y la vida amenazada de nuestro pueblo.
Las peticiones
Quiero pedir porque no bajemos la voz ante la corrupción y la impunidad
Quiero pedir porque crezcamos en confianza y que nos alegremos con los triunfos de los demás que coinciden con nuestras demandas.
Quiero pedir porque sigamos elevando nuestra voz en defensa de los bienes naturales amenazados, por los ambientales que están en la mira de los extractivistas y sus aliados los militares y el actual régimen político, y por proseguir con intensidad la lucha porque los hermanos de Guapinol se defienda en libertad, lo mismo que Rommel quien por expresar su derecho a defender la dignidad nacional está encarcelado.
Quiero pedir porque nuestras vidas se puedan entrelazar en este nuevo año desde nuestras luchas locales con las nacionales, y desde las demandas propias y particulares con las demandas nacionales.
Quiero pedir porque en este nuevo año busquemos alianzas no solo para vencer todo tipo de fraude y maniobras en el marco electoral, sino para construyamos propuestas nacionales y centroamericanas en el marco de la conmemoración del Bicentenario. Que evitemos estar a remolque de las festividades de las élites, sino que construyamos e impulsemos nuestras propias iniciativas de soberanía que nos conduzca a lo largo de al menos la siguiente década.
Quiero pedir porque nuestra Iglesia está activa y comprometida al lado de los pobres, y con su voz de denuncia de las violaciones a ddhh de abuso de poder por parte de quienes han capturado el Estado, y para animar en la lucha a las organizaciones populares.
Las invitaciones
Una invitación que recibimos es a acentuar actitudes comunitarias por encima de las individualistas; las actitudes de escucha y de apertura a lo diferente por encima de las actitudes de encierro y de oídos sordos a demandas de sectores distintos a los religiosos y clericales; las actitudes de cercanía a la voz de las víctimas y de las bases en lugar de quedarnos en actitudes de atender solo a las cúpulas y dirigencias.
Una invitación a unir nuestras palabras, nuestro discurso, nuestra homilía con el testimonio. No son las ideas las que atraen y arrastran, por sí mismas, sino el testimonio de vida. Y esta es la invitación sin duda más audaz y subversiva que se nos hace entre tantos discursos y palabreríos.
Una invitación a fortalecer nuestra fe y a poner signos de esperanza en medio del miedo, incertidumbre. No hemos nacido para vivir triunfando, sino para asimilar los fracasos y derrotas dentro de un horizonte que nos garantiza el triunfo definitivo de la verdad, la justicia y la paz.
Los compromisos
Animo a que nos comprometamos a salir de nuestros espacios cerrados y particulares, y descubrirnos que vamos caminando con los demás, que sin los demás nos agotaremos pronto, y que con los demás todas las cargas se vuelven más livianas. Confiar en los demás, necesitar de los demás, buscar a los demás, mirarnos y hacernos cómplices con los demás desde la mística de la lucha, la fuera testimonial personal y comunitaria, y aferrarnos a la memoria subversiva de nuestros mártires.
Animo a que busquemos el protagonismo de los demás, que los demás crezcan y que les ayudemos a crecer, mientras disminuimos el protagonismo particular o de mi propio grupo; que antes de poner a mi organización u organismo en el centro para ganar la admiración, la alabanza o el reconocimiento como el insustituible o imprescindible, que pongamos en el centro el caminar y las luchas de los demás, la voz colectiva por encima de la voz particular.
Solo buscando el protagonismo y reconocimiento de los demás, y bajando perfiles personales y de grupo, podremos disminuir las altas dosis de desconfianzas que existen entre nosotros, y hacernos pueblo en el camino. Y así todos y todas creceremos, desde lo que somos con nuestras riquezas, y también con nuestras miserias, con nuestros aportes específicos, pero también encontrándonos desde la riqueza de nuestras diversidades. Este quiero poner especialmente como compromiso personal.
Animo a que este año nos encontremos en luchas y espacios comunes, unidos a la defensa de los bienes de la naturaleza, los derechos humanos, a la libertad de nuestros hermanos encarcelados injustamente, a la celebración de la memoria de nuestros mártires, y en la construcción de una propuesta hondureña y centroamericana de soberanía e identidad, a partir de luchas locales.
Animo a que fortalezcamos la convocatoria “Vamos a la milpa”, que cada vez más comunidades y organizaciones hagan suya la defensa de la tierra, la defensa de la producción, la defensa de la soberanía alimentaria, producir y compartir lo que producimos en comunidad, y crecer en solidaridad con la milpa, es decir con esa visión y mística unida a la madre tierra y a su reordenamiento agrario. Animo a que unamos la mirada local con la nacional y la centroamericana. Que nos zambullamos en nuestros compromisos de luchas locales, pero uniendo cada una de esas demandas desde una perspectiva nacional, junto con mucha otra gente, y que esa lucha nacional se inserte en una mirada comprometida a nivel de Centroamérica. El Bicentenario es una oportunidad para juntar todos los caminos, en torno al diseño de una propuesta de construcción de soberanía nacional, en el marco de coordinadas centroamericanas.