Miércoles, 18 de Mayo 2022 | ![]() |
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Función dinamizadora de la crítica
Frente a las políticas y decisiones públicas, las críticas siempre serán necesarias. Las críticas son como un fuego, como un tizón encendido, son como la sal o el limón cuando se colocan sobre la herida. Incomodan, pero ayudan a sanar y rectificar.
Las críticas contribuyen a que las autoridades pongan atención a sus actos, y adviertan sobre sus errores, y se detengan para rectificar. Las críticas son factores esenciales para el buen vivir y para evitar excesos o abusos de poder en los tomadores de decisiones. Las críticas son como el susurro en el oído que recuerda que los seres humanos somos imperfectos y necesitados de rectificar porque así nos advierten quienes sustentan sus cuestionamientos críticos.
Obviamente, nos referimos a las críticas constructivas, las que nacen de un espíritu positivo y que valora y reconoce como provechosa la acción y servicio que de conjunto realiza la persona o la institución pública a la que van dirigidas las críticas. Cuando una crítica es constructiva, aunque incomode y quien la reciba se moleste, en el fondo ha de caer en la cuenta que quien las hace busca el bien, y aunque duela lo que se diga, es porque se busca que las cosas funcionen de acuerdo a las transformaciones prometidas.
También está la crítica destructiva, la que brota de prejuicios y negatividades. Es la crítica que antes de ser crítica ya existe como resentimiento y como malestar en la mente y corazón de la persona o de los grupos que de todos modos adversan a determinados funcionarios públicos. No importa lo que hagan, decidan o digan en la esfera oficial. Previamente existe el rechazo y el estigma. Muchas veces este tipo de crítica se asienta sobre posiciones ideológicas y políticas que existen en personas y grupos en relación con el gobierno. Cualquier cosa que se haga o decida ya cuenta con el rechazo de estas personas o grupos.
Lo peor de un gobierno o de sus funcionarios es dar la espalda a las críticas, o meter en el mismo saco la crítica constructiva con la crítica de resentimientos y puramente ideológica. Toca hacer las diferencias, pero nadie que busque el bien común podrá alcanzar los frutos de su servicio público sin aceptar la crítica, porque a fin de cuentas la crítica constructiva es uno de los grandes bienes éticos que dinamizan las transformaciones sociales y políticas.
Por favor, no tengamos miedo a la crítica que se sostiene en la búsqueda del bien común, y no metamos en el mismo costal una crítica sana con la crítica prejuiciada y que busca descalificar a quienes desde el gobierno se esfuerzan por hacer las transformaciones que necesitamos.

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