Miércoles, 11 Diciembre 2020 |
Guacuco, pirracha, chascada y chingasteGuacuco se llama al café que se recoge casi al final de la cosecha, es como la resaca de las ramas luego de haber cosechado lo mejor del grano. Eso mejor de la cosecha, se vende a las grandes empresas cafataleras, las que a su vez destinan este mejor café hondureño para la exportación. Pirracha fue propio del argot en el ambiente de las bananeras. Era lo peor del racimo de banano, eran los sobrantes. Chascada fue el regalito, la sobra de una galleta o de dulce que se daba a los niños por haber comprado otros productos, mientras que chingaste hace referencia a los granos molidos o quebrados de maíz o café para alimentar gallinas o cerdos. Todo es sobrante, lo que no tiene valor. El guacuco y la pirracha son productos que siempre se usaron para el consumo interno, por su baja calidad. Mientras la chascada y el chingaste han sido las sobras, lo que se regala o se riega con un deje de desprecio, y siempre se regala o reparte desde una posición de superioridad, de quienes miran de arriba hacia abajo. En los tiempos que vivimos, ya no solo el café o el banano de alta calidad son finalmente comercializados por los sectores de la alta oligarquía hondureña, sino que hasta el guacuco y la pirracha. Esta oligarquía hondureña ha logrado extender sus tentáculos para controlar no solo la comercialización de los productos en los grandes supermercados que abastecen a la clase alta y media urbana, sino que controlan el comercio hasta de las pulperías y truchas de los barrios marginalizados de nuestros centros urbanos y de las comunidades rurales de la profundidad de la montaña. Si ya ni el guacuco y la pirracha están en manos de la gente pobre, significa que toda nuestra vida ha quedado sometida a las decisiones y al control de unas cuantas familias. Todo lo que comemos y bebemos, lo que vestimos y calzamos, lo que vemos y oímos, todo lo que gastamos y nos entretiene están bajo control de unos poquísimos empresarios. Significa que todos los pequeños y medianos productores y los comerciantes y pulperos por muy pequeños que sean, son eslabones y caminos que conducen a las cuentas bancarias de esas poquísimas familias. Si hasta el guacuco y la pirracha están bajo el control del gran capital, a la población hondureña solo le dan la chascada y el chingaste, lo que sobra, lo que no tiene valor, y hasta lo dan a cambio de que la gente se calle y obedezca. La población en su mayoría recibe siempre lo peor. La economía actual es productora de gente empobrecida, y a su vez, concentradora de riquezas en muy pocas manos. Somos un país con muchas riquezas, y la gente poderosa nos trata como si fuésemos guacucos y pirrachas, se llevan y apropian de todos los bienes y nos dan solo la chascada y el chingaste. La tarea por ejercer soberanía es enorme, ya no sólo para tomar nuestras propias decisiones, sino para que nos respeten y nos traten como seres humanos y como país con dignidad, y dejemos de ser guacucos, pirrchas, chascadas y chingastes.
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