La gente que necesitamos para después de los encierros

Miércoles, 06 mayo 2020

La gente que necesitamos para después de los encierros


En nuestra sociedad, los derechos no existen. Solo existen favores. Las respuestas a la salud, al hambre, educación, vivienda o empleo no se dan porque la gente tenga derechos. En caso de darse es porque los políticos y funcionarios son buenos y conceden esos favores. Y una vez que se hacen favores, solo queda callar y obedecer.

Los favores se dan cuando la gente dejó de creer en los derechos. Y cuando su dignidad ha sido aplastada. Los líderes de la sociedad, en su mayoría, han des-educado a la sociedad. Han educado a que la gente espere que de arriba vengan los favores, como respuesta a las rogativas y peticiones humillantes de la gente.

Lo que vale es la rogativa. Las demandas son vistas como mala educación, como enemigas de la democracia y de la reconciliación nacional. Esa práctica de rogativas y favores es propia de una sociedad basada en el patrimonialismo. ¿Y qué es el patrimonialismo? Es mentalidad, cultura y práctica política que educa para que toda la sociedad se convenza que los bienes del Estado son propiedad de políticos, quienes los pueden usar para hacer favores o hacer donativos a cambio de lealtades, silencios y obediencias. Quien recibe un favor, se calla, ya no puede decir nada en contra de quien recibió el favor. Un favor nunca es derecho. Es donativo, y se agradece callando.

Los patrimonialistas necesitan que la gente no piense por sí misma. Quien piensa por su cuenta es subversivo y hay que denigrarlo, estigmatizarlo. Es desagradecido y maleante. Hay que quitarlo de en medio. La única gente que vale es la que no piensa, y se quedó para siempre pidiendo favores. Dar una ayudadita es negocio para los patrimonialistas, porque transforman el descontento en conformismo, y al momento de ocupar votos o mano de obra barata, casi regalada, podrá echar mano del tropel de gente a la que dio una ayudadita.

En estos tiempos de encierro, mucha gente habla con angustia de volver a la normalidad. Y es una necesidad. Pero un retorno a la “normalidad” no es volver a lo de siempre, a hacer rogativas a los patrimonialistas a cambio de obediencias, silencios y lealtades. Un retorno a la “normalidad” es un rehacer la vida desde los derechos y obligaciones que tenemos, y contrarrestar así el patrimonialismo.

Necesitamos un retorno a una “normalidad” en donde la gente ya no se queda esperando a que le den las cosas, o que se conforma con migajas, sino que se moviliza para luchar por sus derechos, y entiende que lo que se recibe sin esfuerzo nunca tiene igual valor que lo que se alcanza como resultado de una lucha compartida.

Necesitamos retornar a una “normalidad” con gente que crea en ella misma, en sus fuerzas, riquezas, fragilidades y sueños. Necesitamos un retorno a la “normalidad” con gente que dejó de ser habitante, y se va convirtiendo en ciudadana; con gente que se entiende como pueblo a partir del encuentro de los diversos sectores que toman conciencia de ser oprimidos, identifican a sus opresores, y se organizan para luchar por alcanzar la liberación de toda la sociedad.

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Radio Progreso · La gente que necesitamos para después de los encierros – Nuestra palabra 6 de mayo 2020

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