Allá por el 2011, después de muchos años de movilización pública, loa gremios magisteriales anunciaron un “repliegue táctico” que serviría, según sus dirigentes, para replantear la lucha y reorganizarse. En los hechos, más que repliegue, aquello fue una desmovilización ante la presión política, los chantajes y no pocos sobornos oficiales.
Corría entonces el período de la continuidad, en su primera etapa, del golpe de Estado en segundo año de gobierno de Porfirio Lobo Sosa, un espacio de tiempo cargado de incertidumbre al tiempo que un proceso agigantado de depresión y desmovilización colectiva, producto de la frustración de mucha gente digna de no haber logrado revertir el golpe de Estado.
La corrupción que carcomía la vida de no pocos dirigentes magisteriales, la represión laboral a través de las audiencias de descargo y la represión indiscriminada, fueron factores que sin duda influyeron para que los entonces poderosos gremios magisteriales se vieran disminuidos a su mínima expresión, y en algunos caso a desaparecer del todo del paisaje nacional.
Los años pasaron. Unos gremios magisteriales desmoralizados, o con sus dirigentes cooptados y agazapados en torno a las ventajas con que el oficialismo pagaba sus silencio desmovilizador, se quedaron encerrados en sus aulas, mirando con desesperanza como cada año, conquistas que se habían logrado en períodos anteriores –como el Estatuto del Docente–, iban quedando sin valor y siendo sustituidas luego por la Ley Fundamental de Educación, la cual como para nadie es desconocido, contiene una alta dosis de privatización.
Fue hasta el año 2019, precisamente cuando nadie lo esperaba, cuando algunos de los gremios magisteriales, animados y acompañados por una nueva y comprometida dirigencia del colegio médico de Honduras, se despojaron del miedo, abandonaron la comodidad y tomaron la decisión de retomar el espacio de lo público y la calles como uno de los espacios que le dan identidad histórica.
Después de intensos debates asamblearios, se decidió relanzar la ya existente Plataforma para la Defensa de la Salud que luchaba desde un par de años atrás para impedir la privatización del hospital de El Progreso, y añadir a la misma también la defensa de la Educación Pública. Esta decisión de gremios de salud y de educación en torno a una plataforma común, se convertiría en un acontecimiento histórico para la vida del país. Era la primera vez que dos gremios importantes decidían juntarse para defender dos derechos fundamentales de la población.
Han pasado más de dos meses de resistencia y rebeldía pacífica y permanente. El régimen de JOH ha actuado como no podía ser de otra manera: dar una feroz respuesta militar a esas demandas sociales, y a su vez, promover la división al interior de los gremios magisteriales. Aunque una estrategia así impacta, no ha logrado socavar el espíritu y fortaleza de la dirigencia de la Plataforma. Al contrario, ha clarificado su estrategia en dos grandes corredores: uno, el diálogo alternativo al oficial, y dos, la presencia activa en las calles. Las bases se han mantenido firmes y apegadas a las decisiones que se toman desde la plataforma.
La plataforma tendrá que dar cada paso con cautela y mucha coherencia, abriéndose a la escucha del sentir y pensar de las bases de cada una de las plataformas departamentales y municipales, en donde reside el éxito que se pueda obtener. Una victoria de la plataforma será también un hálito de esperanza para una ciudadanía hondureña tan ávida de triunfos populares.
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