| Martes, 16 Noviembre 2021 |  |
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La pobreza y la calidad del proceso electoral
La democracia debemos entenderla como un sistema de gobierno y de organización del Estado y de la sociedad que supone que ninguna persona esté excluida y pueda participar en igualdad de condiciones en la toma de decisiones.
Por eso es que, como lo señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, las formalidades de la democracia como las elecciones no es un cimiento suficientemente firme para garantizar sistemas políticos estables y duraderos.
Como lo señala el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, la pobreza y la exclusión vuelven ilusorio el principio democrático de que las personas son ciudadanas plenas que actúan en la esfera pública en condición de iguales.
Por tanto, no se puede hablar de una democracia plena si existen altos niveles de pobreza y desigualdad que impiden la participación real y en igualdad de condiciones.
En palabras de la Comisión Interamericana, “la pobreza extrema puede afectar seriamente la institucionalidad democrática, pues constituye una desnaturalización de la democracia y hace ilusoria la participación ciudadana […].
En este sentido, el reciente dato sobre pobreza que llega al 74% y que posteriormente borró el Instituto Nacional de Estadísticas de su página electrónica para no perjudicar al partido Nacional, es una muestra más de la debilidad del proceso electoral que se avecina.
Y sirve, además, para que quienes son responsables de esa pobreza, se presenten ante la gente necesitada ofreciendo solidaridad entre comillas y así construir una red clientelar de votantes agradecidos con el supuesto acto de bondad.
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