Viernes, 28 febrero 2020 |
La sobredosis de inhumanidad para la gente enfermaParalizada en su cuerpo, pero con la mente lúcida, la paciente identificó al médico que la atendía en el Seguro Social. En su silla de ruedas ella y el médico cruzaron las miradas. Cuando estuvieron de frente, ella le dijo: “buenos días doctor”. El médico se detuvo e instintivamente volvió su mirada hacia la voz. De inmediato volvió su vista para otro lado. Y siguió su camino como si no hubiese visto a nadie. Como si no hubiese escuchado nada. Así es la atención de salud para la gente enferma hondureña. Hay excepciones. Médicos y personal de enfermería sensibles y con compromiso ético con su profesión. Pero el sistema de salud es implacable, insensible e indiferente con la gente empobrecida. La gente sencilla no es que huya a la enfermedad. Ni siquiera huye a la muerte. Son aceptadas como parte de la vida. Lo que la gente no acepta es la sobre dosis de maltrato, y que los profesionales de la medicina la miren y traten con desprecio, como si se tratara de seres humanos de segunda, tercera o cuarta categoría. La salud es un derecho humano. En Honduras es un derecho que se niega a la inmensa mayoría de la sociedad, que a su vez se enferma por mal comer, porque no tiene ingresos necesarios para una alimentación básica sana. Es todo un círculo de inhumanidad. Las instituciones de salud, como el Seguro Social, han sido saqueadas, como bien sabemos, por los mismos responsables de aprobar el presupuesto nacional y los mismos a los que se les paga para velar por el bien común. Así va la vida en nuestra andar cotidiano hondureño. La paciente lúcida pero con su paralizado cuerpo, quedó esperando inútilmente la cortés respuesta del médico. Su saludo no merecía respuesta. No merecía atención. A fin de cuentas era una paciente, no era un ser humano completo. Ella esperó tres horas para recibir la atención de la doctora con la que tenía una cita postergada desde dos meses atrás. Pasaron las tres horas. Entonces se acercó una enfermera, y como viendo a ninguna parte, menos a los ojos de la paciente y de sus familiares, con la mayor displicencia, dijo sin inmutarse: “venga otro día a que le den nueva cita, porque la doctora tiene otros asuntos y no atenderá este día”. Así va la vida para quienes no pueden pagar una clínica privada. El distintivo de todo quehacer profesional médico es la atención y respuesta permanente a los pacientes, en tanto los seres humanos más frágiles de la sociedad. Para eso se formaron y por ese quehacer hicieron un juramento. Hasta los médicos que participaron en el saqueo del Seguro Social juraron atender a los pacientes. Es de dignidad y ética luchar por dignificar a quienes ahora son enfermos y enfermas, que no pueden ni deben pagar por buscar salud. Y en nuestra Honduras esta lucha ha de extenderse, también por razones éticas y de justicia, por exigir que a gente como Juan Orlando Hernández y su círculo de impunidad y mafia, que han robado a los enfermos, sean, además de juzgados, obligados a devolver a los pacientes todo lo que han robado. |
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