El talento de Megan Rapinoe, provoca escozor en los ambientes políticos y empresariales en el mundo, pero el escozor es mayor en el mundo del fútbol, un deporte liderado exclusivamente por hombres millonarios, para quienes las mujeres no son más que adornos.
Ella es la capitana de la selección de fútbol de los Estados Unidos, campeona del mundial femenino este año. Dentro de la cancha es una de las mejores, tanto, que fue la ganadora del botín de oro y balón de oro en el mundial. Pero su grandeza no se queda en la cancha, no se ha dejado deslumbrar por las fantasías que ofrecen los comerciantes del fútbol.
Una de las demandas de Megan en la equidad salarial a los deportistas hombres y mujeres de los Estados Unidos. Para muestra un botón: a pesar de que ellas han ganado cuatro mundiales y ellos nunca han logrado ese premio, los futbolistas masculinos reciben bonos de 13.000 Dólares por partido, mientras que ellas reciben bonos de 5.000 Dólares.
Su convicción por un mundo más justo, está muy por encima de sus preferencias sexuales y demandas salariales. En 2016 se consideró así misma como una “protesta ambulante” en contra de Trump, al tiempo que se convirtió en la primera deportista blanca en arrodillarse mientras sonaba el himno nacional, un gesto de protesta que habían empezado a realizar algunos de los jugadores de fútbol americano para denunciar la violencia policial contra las comunidades afroestadounidenses.
Mientras la capitana afirmaba, “que no iría a la puta Casa Blanca” y criticaba la conducta misógina de Donald Trump, aparecían en las principales portadas, la foto de la selección masculina de Brasil, celebrando junto a Bolsonaro su triunfo de campeones de la Copa América. Trump y Bolsonaro son especies del mismo reino, homofóbicos, racistas, machistas, belicistas, donde el valor de los seres humanos se limita al dinero y las testosteronas.
La capitana “se reconoce profundamente estadounidense y agradece haber nacido ahí, pero ha señalado hace pocos días la necesidad honesta de reconocer que la historia de su país está forjada en la esclavitud.” Una formulación que abre puentes no solo en la lucha por la igualdad de género, sino que cuestiona de fondo el modelo de acumulación en el que se ha cimentado ese país.
En estos momentos que Trump está persiguiendo nuestros hermanos migrantes, hacemos nuestra la petición que la capitana lanzó, cuando fueron recibidas en su país: “para cada uno de ustedes, tenemos que ser mejores, tenemos que escuchar más y hablar menos, tenemos que saber que es nuestra responsabilidad…hacer este mundo un lugar mejor”. Manos a la obra.
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