Miércoles, 04 agosto 2021    

Nuestra Iglesia en tiempos turbulentos

San Óscar Romero dijo que en toda coyuntura política lo que importa es el pueblo pobre, según como le vaya a los pobres así le ha de ir a la Iglesia. Y en esas estamos, nuestra Iglesia hondureña está muy despierta, y atenta a los signos de los tiempos, está diciendo su palara en sintonía con lo que vive y padece la población empobrecida hondureña.

Vivimos tiempos extremos, en estado de enfermedad y en estado de miedo y de amenazas. Muy mal haría la Iglesia si se queda en sus encierros cuando la sociedad entera está al borde de un estallido social. Y ciertamente, la palabra de sus pastores está siendo muy iluminadora, cuestionadora y propositiva. Y esto es generador de esperanza. La palabra oportuna en rechazo a las ZEDE, así como la advertencia ante un proceso electoral que conduce peligrosamente a nuevas y más hondas turbulencias, es oportuna y coloca a la Iglesia en el caminar junto a las angustias y luchas de la gente humilde.

En tiempos turbulentos como los que hoy vivimos, la tentación a vencer es la de quedarnos encerrados o evadir en cultos o liturgias nuestro compromiso social. Y nuestros pastores están venciendo esa tentación al salir ante la sociedad con su palabra inserta en la realidad nacional. En el actual estado de angustia y desorden, la Iglesia tiene la altísima responsabilidad de decir una palabra que ayude a conducir y orientar el desorden, evitar que el mismo se convierta en un llano en llamas, en un caos que por sí mismo no tiene rumbo. El papel de la Iglesia en tiempos como los que vivimos es fundamental y necesario. 

Monseñor Romero nos deja muy claras sus palabras que ahora compartimos literalmente con ustedes: “Una Iglesia que no provoca crisis, un evangelio que no inquieta, una palabra de Dios que no levanta roncha, una palabra de Dios que no toca el pecado concreto de la sociedad en que está anunciándose, ¿Qué evangelio es ése? Consideraciones piadosas muy bonitas que no molestan a nadie, y así quisieran muchos que fuera la predicación. Y aquellos predicadores que por no molestarse, por no tener conflictos y dificultades evitan toda cosa espinosa, no iluminan la realidad en que se vive”.

Ante la situación actual de confusión y angustia, la iglesia ha de prepararse para saber orientar y conducir la protesta social. Hemos de recordar que la protesta social es muy propia de la gente organizada, y la organización es parte del mensaje social de la Iglesia. Ya lo dijo el papa Francisco, la organización popular es una bendición, y San Romero dijo que un pueblo organizado se hace respetar. La protesta social  está en relación directa con los reclamos y aspiraciones justas de los sectores populares. 

Cuando un gobierno como el actual ha dado muestras irrefutables de gobernar con agendas criminales, las protestas sociales son necesarias. Por ello, se deben alentar y enriquecerse. En saber estar junto al pueblo pobre en su protesta social, es asunto de sabiduría y fidelidad para la Iglesia y su misión en estos tiempos turbulentos.

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