Martes, 15 septiembre 2020 |
Nuestros sueños centroamericanosSoñamos con sociedades centroamericanas sin fronteras, pero con justicia social. Soñamos con trabajar, estudiar, vivir y morir dignamente en nuestro territorio. Somos gentes que amamos nuestra tierra chapina, guanaca, catracha, pinolera y tica, y hasta lloramos por la bandera y cuando cantamos el himno nacional, cuando estamos en tierra extraña, y especialmente cuando recordamos a nuestros seres queridos y amistades. Es triste ver que nuestras sociedades se debatan entre las desigualdades y la violencia, cuando tenemos una de las biodiversidades más abundantes de todo el planeta. Y nos encontramos con el sinsentido de miles de hogares sin agua o con miles de niñas y niños apertrechados en semáforos vendiendo cualquier cosa, o pidiendo porque en sus casas no hay alimentos ni sus padres tienen ingresos para comida, salud o educación. Sabemos que hemos caído a fondo en nuestras rupturas humanas, sociales, políticas, económicas, culturales y espirituales, y por ello el camino para rehacernos como sociedad, es largo y difícil, y no podemos caer en la tentación de las salidas rápidas, prontas y fáciles. Miles de centroamericanos buscan huir de sus países, como una decisión desesperada por encontrar resolver sus angustias. Pero son salidas que responden más a la tentación de escapar que de solucionar los problemas que nos agobian. Para alcanzar mínimos consensos en este proceso largo y difícil, solo vale una condición: buscar la máxima inclusión posible, aspirando a que nadie se quede fuera. Una búsqueda de consensos que nos abra las puertas hacia la lucha por construir una Centroamérica sin fronteras y sin modelos productores de gente miserable. Soñamos con una Centroamérica en donde construyamos democracias no solo políticas sino económicas, sociales y culturales; en donde su gente no se vea obligada a emigrar hacia Estados Unidos o hacia otros países del norte del mundo. Soñamos con una Centroamérica que se independice de las élites que controlan todos los hilos y mecanismos del Estado, la economía y la sociedad, y que cada cierto tiempo abren la tranca electoral para que la gente vote, para no permitirle nunca que haga valer su palabra y su dignidad. Soñamos con una Centroamérica con capacidad para afrontar los desafíos sin recurrir a la violencia o a las guerras fraticidas, y sin necesidad de depender de las decisiones que vienen de Estados Unidos o de otros países ricos. Necesitamos rehacernos desde la construcción de nuestra propia soberanía, entendida como la capacidad para decidir nuestro presente y nuestro futuro, y decidir sobre nuestros bienes y patrimonios, a partir de relaciones dignas entre quienes habitamos estas tierras, con respeto a los derechos humanos y respeto de los derechos de nuestra madre naturaleza.
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