Miércoles, 15 Septiembre 2021 |
O patio trasero, o una patria centroamericana
Dos siglos de la firma, por las élites criollas, del Acta de Independencia de Centroamérica de la Corona española, que en su artículo introductorio dice que se mande a publicar el acta “para prevenir las consecuencias, que serían temibles, en el caso de que la proclamase de hecho el mismo pueblo”.
Son 200 años de una política de “prevención” conducida por las élites políticas y económicas, temerosas de “las consecuencias” si el pueblo se decide a proclamar algo distinto a los intereses de ellas. De este temor nació la “identidad” de las élites centroamericanas, que a lo largo de dos siglos han desconfiado de los sectores populares. Pero a su vez estas élites se comportan serviles ante los poderes externos. Son duras con los sectores populares, y blandas y serviles con los poderes externos.
Por su parte, estamos por cumplir dos siglos del discurso del Presidente estadounidense, James Monroe, en el que dejó establecido lo que sería el futuro de la relación de Estados Unidos con los países latinoamericanos y caribeños. “América para los americanos” dijo en 1823, formulando así la Doctrina Monroe, que establece que si un país del continente amenaza los intereses, los derechos o el patrimonio de ciudadanos o empresas de Estados Unidos, Washington tiene el derecho de intervenir en ese país para garantizar su patrimonio, derechos e intereses.
Control y dominación serán desde entonces las características de una relación bicentenaria entre Estados Unidos y América Latina, variando las modalidades según las coyunturas, las estabilidades o las amenazas. Emplearán “el gran garrote” o la política “de buena vecindad”. Algunas veces usarán cañones y bases militares, otras veces “alianzas para el progreso” o “alianzas para la prosperidad”. Algunas veces organizarán golpes de Estado, otras veces promoverán una democracia tutelada o un autoritarismo controlado.
En Centroamérica arribamos a 200 años de relaciones definidas por la ausencia de decisiones soberanas internas, en sociedades manejadas por reducidas élites económicas y políticas, subordinadas a las políticas de Estados Unidos, que han definido una relación bicentenaria como su “backyard”, su “patio trasero”.
Sólo hay dos caminos. O seguimos siendo patio trasero, o decidimos construir una patria centroamericana con soberanía e identidad, y establecer relaciones justas y de complementariedad con Estados Unidos o con cualquier otra nación, sin estar sometidos a una élite política y empresarial dura e inflexible con la sociedad de los pobres y servil con el imperio y con sus multinacionales.
No se puede transitar al mismo tiempo por ambos caminos. He aquí nuestro sueño morazánico: articular todos los esfuerzos posibles para avanzar hacia la construcción de una patria centroamericana, una sola parcela, sin diminutos países. Una única patria, una única soberanía centroamericana.
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