Sábado, 27 junio 2020 |
Once años: señales de contra golpeOnce años de incesante golpe de Estado ha sido también de rebeldía de comunidades hondureñas organizadas en la defensa de su territorio y sus riquezas naturales, de su cultura y de su dignidad. Nunca en la historia hondureña se había conocida la pujanza de comunidades indígenas, negras y campesinas en pie de testimonio, organizadas y en rebeldía ante los proyectos extractivos. Sin duda, fue Berta Cáceres la que lideró con mayor peso junto a COPINH esta rebeldía, a la que se suman organizaciones territoriales como el Movimiento Amplio por la Dignidad y la Justicia, el Movimiento Ambientalista de Santa Bárbara, la Organización Fraternal Negra de Honduras (OFRANEH), las organizaciones de la zona del Aguán, así como organizaciones del sur del país, y varias instancias articuladoras de estas luchas territoriales y ambientales. Estos once años han sido también de pujanza de las organizaciones y movimientos en defensa de los derechos humanos, y especialmente del liderazgo de los defensores y defensoras de derechos humanos, amenazados y estigmatizados con mayor crudeza por quienes han profundizado los dinamismos del golpe de Estado. La conformación de instancias articuladoras, como la Coalición contra la Impunidad, han sido expresiones más significativas contra el golpe desde los organismos defensores de los derechos humanos. Estos once años han sido además de irrupción de la comunicación alternativa, tanto a nivel individual como en red, especialmente las radios comunitarias, pero también las producciones digitales, en una combinación creativa entre los medios de comunicación tradicionales con las redes sociales. Esta irrupción, sin ser una estrategia sostenida y sistemática, se ha convertido en una de las principales barreras de contención ante las amenazas oficiales a periodistas y comunicadores sociales, que por decenas han sido asesinados a lo largo de estos años de golpe de Estado. Estos once años han sido de los migrantes y de la conciencia que la sociedad ha tomado en torno a la defensa de los derechos de los trabajadores migrantes, acrecentado por la creciente discriminación y racismo que sostiene la aprobación de la legislación anti inmigrante impulsada por las políticas de los gobiernos de los Estados Unidos, primero y con fuerza con Barak Obama, y continuadas con mayor escarnio por el gobierno de Donald Trump. “Ni golpes de Estado ni golpes a las mujeres”, ha sido la expresión simbólica de la irrupción y pujanza de las luchas feministas en contra de la cultura patriarcal. Si esta irrupción cuaja en complicidad y fuerza entre todas las mujeres y sus organizaciones, el poder patriarcal con toda su cultura sexista, seguirá desmoronándose, todo al servicio de una cultura basada en nuevas relaciones de género. En estos once años ha crecido el enfoque centroamericano y latinoamericano de nuestras luchas. Este enfoque es resultado de la conciencia de que nuestros problemas y conflictos no tienen origen solo en nuestros países, y que muchos de los resortes y actores que dinamizan nuestros problemas se encuentran fuera de nuestras fronteras. Esta conciencia conlleva a la necesidad de articular redes y compromisos desde la solidaridad centroamericana y latinoamericana. Que sigan irrumpiendo nuevas señales que siembren las semillas que ahoguen ahora y para siempre todas las ignominiosas señales del golpe de Estado.
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