Jueves, 24 septiembre 2020 |
Patria y contrapatriaHay funcionarios que sin pestañear se dedican a proteger sus puestos hablando maravillas de la administración pública actual, y hasta hacen apología de la estafa de los hospitales móviles, y sin ningún reparo dan respuestas a la pregunta de dónde está el dinero. Y hasta las obras que debieron haberse construido una década atrás se han metido en el presupuesto para atender la pandemia. Para esta gente, la patria es justamente ese puesto que les ha dado el Titular del Ejecutivo, y desde sus mieles y beneficios hablan como si Pedro y María, Santiago y Ruperto comparten esas abundancias y prebendas. De lo que estamos claros es que no hablan de la patria real, la de los desempleados, la de los altos precios, la de las caravanas, la de los campesinos sin tierra y sin comida, o la de los presos por defender el agua. La patria que soñamos es un territorio en donde habita una población deseosa de vivir con dignidad. Es un lugar en donde la gente quisiera tener realizados todos sus ideales. En nuestro caso, la patria es un lugar en donde la mayor parte de su gente sabe por experiencia propia de que la justicia no sólo no existe, sino que sus autoridades se empecinan en alejarla de la realidad, o aplicarla conforma a quien tiene más y puede más. Los patriotas de ayer como los luchadores populares de hoy, nos recuerdan el sueño de una patria soberana, libre y democrática orientada al bien común, en donde hay una distribución equitativa de los bienes. Por otra parte, están los grupos privilegiados, que promueven una patria con valores vacíos y se oponen ferozmente a la construcción de una patria compartida. A este antagonismo es a lo que denominamos patria y contrapatria. La contrapatria es la práctica de todo lo que impide gozar de libertad y de un bienestar material que abra las puertas a una sociedad equitativa y justa. Es dejar que se pisotee la soberanía con ciudades modelo, mientras se exalta la democracia ficticia. Contrapatria es limitar y ahogar el pensamiento crítico, así como fomentar la corrupción y la impunidad. Patria, por el contrario, es afirmar nuestra soberanía, propiciar democracia verdadera, contribuir al enriquecimiento de nuestra cultura, entendernos con los otros países a través de acuerdos entre pares, respetar los derechos humanos y las garantías sociales, y hacer cuanto es posible para liberarnos de la opresión globalizadora. Patria es proteger el patrimonio y defender los bienes comunes. Patria y contrapatria son el gran dilema de la sociedad hondureña en el presente y en el porvenir. Septiembre sigue siendo propicio para preguntarnos en qué parte de ese dilema nos situamos, si en esa triste figura de la contrapatria, o si nos rebelamos desde nuestra consciencia de encontrarnos como pueblo que desde sus sueños libertarios siembra las bases de una patria por toda su gente compartida.
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