Miércoles, 11 noviembre 2020 |
¿Qué hacer ante una sociedad desprevenida?La pandemia del Covid-19, y en estos días el fenómeno natural climático Eta, nos han despertado de un tajo a lo que somos: una sociedad desprotegida y desprevenida. Ante estos eventos de riesgo damos y recibimos respuestas improvisadas, dispersas, superficiales y con frecuencia populistas y demagógicas. Tanto el Covid-19 como el fenómeno climatológico Eta nos encontró desprevenidos, tanto a la institucionalidad del Estado, como a los diversos sectores y organizaciones sociales y movimientos de la sociedad civil. Los miles de damnificados que salieron a los bordos de los ríos para salvarse, que perdieron todos sus enseres que tanto les costó, y que han tenido que guarecerse en improvisados albergues, eran damnificados mucho antes del evento catastrófico. Lo eran mucho antes de la pandemia, cuando progresivamente, especialmente a lo largo de las dos primeras décadas del siglo, sus vidas se fueron degradando a la par de la degradación ambiental y ecológica y de la institucionalidad del Estado de derecho y la democracia. Todo se fue viniendo abajo, y cuando a la población le cayó de un porrazo el Eta, ya era desde hacía mucho tiempo una población rota en todos sus tejidos. Esa ruptura de los tejidos, se expresa en la desconfianza hacia todas las instituciones públicas y políticas, como ha quedado dicho en los diversos sondeos de opinión pública del ERIC realizados cada año a lo largo de una década. Se expresa en el deslizamiento constante de una confesión religiosa a otra. Se expresa en la despolitización de un porcentaje que supera el 40 por ciento de ciudadanos que dicen no pertenecer a ningún partido político, pero tampoco dicen pertenecer a organizaciones comunitarias, sindicales, ambientales o de derechos humanos. Esa despolitización convierte al pueblo hondureño en un pueblo amorfo, fácil de ser manejado por políticos o grupos de fuerza, como las pandillas o estructuras del crimen organizado, pero a su vez en un pueblo taimado, que dice sí a todo lo que viene de arriba, pero para hacer lo que le ronque la gana. Lo convierte en un conglomerado bajo la única divisa posible del sálvese quien pueda. Esta desprotección cruza a la sociedad entera, y se factor determinante para que la gente de poder se aproveche, y a su vez convierte el tejer nuestros tejidos rotos en el marco de la gran tarea nacional de poner en marcha un plan de prevención institucional y cultural en el cual estemos comprometidos todos los sectores de la sociedad.
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