El análisis de realidad en el mes de agosto, ha sido titulado “Razones para la Esperanza”, facilitado por el jesuita Martín García, quien nos invita a reflexionar sobre su importancia y nos provoca con la pregunta: ¿Dónde encontramos la esperanza? Pues esta no la producimos o generamos, sino más bien la tarea es buscarla.
Sin duda, la esperanza es muy importante en el día a día, pero sobre todo en momentos de crisis, nos da consuelo en medio del dolor, y nos fortalece.
Es muy común hablar de esperanza en los espacios de fe o religiosos y lo discutimos menos en espacios de análisis social. Sin embargo, es necesario analizar la esperanza no solo desde la fe o religiosidad, sino desde y en lo social, tenerlo presente en el ámbito comunitario y del interés público. Frente a esta necesidad el padre Martín aprovechó la oportunidad para brindar elementos necesarios a considerar cuando hablamos de esperanza en el actual contexto.
¿Cómo hablar de esperanza en uno de los países más corruptos del mundo?
Los espacios de análisis de realidad son la oportunidad para ofrecer elementos que nos ayuden al discernimiento sobre problemas sociales que afectan a la población hondureña, aunque, en su mayoría nos inunda la desesperanza. A pesar de ello, si tenemos la convicción de que las cosas van a cambiar debemos primero partir de esa cruda realidad. Es necesario tener de fondo que esta tristeza debe movilizarnos, pues nos movilizamos o las cosas no cambian y para esto hay que asumir los problemas.
El teórico de la comunicación, Manuel Castell, acentúa que hoy en día las ideologías no son lo que mueven a la gente, lo que mueve a la gente es la indignación, el dolor, la rabia. Pero, si la indignación moviliza, ¿cuánto más tenemos que esperar los hondureños y hondureñas?, ¿cuánto dinero más nos deben robar?, ¿cuánta gente más tiene que ser víctima de la violencia?
Siguiendo a Manuel Castell, no solo la indignación mueve a la gente, sino también la esperanza, si no hay esperanza no hay movilización. Nadie se suma a una caravana de migrantes si no tienen la mínima posibilidad y esperanza de llegar a su destino, la gente se suma en grandes cantidades porque está cansada y porque tiene esperanza. Esperanza de un futuro mejor, fuera del país que le ha excluido. Es así, 4 de cada 10 personas han deseado o pensado emigrar en los últimos 5 años, según el Sondeo de Opinión Pública del 2020.
El Padre Martin continuó invitándonos a la reflexión desde la autocrítica. ¿Por qué estas personas migrantes que están indignadas, que sienten rabia y dolor, deciden marcharse en lugar de sumarse, de movilizarse y luchar por el cambio? ¿Será que hemos (movimiento social) puesto demasiado empeño en promover la conciencia crítica y hemos puesto menos esfuerzos en poner razones para la esperanza? Entre crítica y crítica resulta necesario dejar un espacio para la autocrítica, para hacer propuestas desde la esperanza.
La población hondureña tiene altos niveles de indignación. En cambio, la esperanza existe, no nos dejamos morir y seguimos luchando, ahora bien, si convergen ambos elementos, ¿por qué no nos movilizamos? Para contestar lo anterior, el padre Martin añade un elemento más a considerar y es que la esperanza se puede presentar en tres distintos niveles: a) podemos esperar algo de un futuro, a largo plazo; b) en un nivel Intermedio o; c) un nivel inmediato, este último es el más fortalecido, puesto que, implica centrar las esperanzas en lo más próximo, en lo que envuelve mi interés personal directo o de mi familia, mi empleo, mi bienestar o mi organización. El sistema capitalista ha comprendido esta dinámica, alimentando el individualismo y el egoísmo. La cultura de lo inmediato nos invade.
El papel de la juventud
A la luz de lo anterior, el padre Martin subraya el importante papel de las juventudes en los procesos de movilización de las sociedades. Pues la esperanza tiene que ver con la novedad puesta en el futuro. Hay ejemplos claros en el mundo y en Honduras sobre nuevas formas de movilización propuestas desde la juventud y que han logrado un gran impacto. Para muestra un botón, en 2015 la movilización de las antorchas fue motivada por las juventudes indignadas que simbólicamente trascendió los estereotipos tradicionales de movilización.
En conclusión, innovar es una de las responsabilidades más importantes de las juventudes, quienes acompañados y acompañadas de las generaciones más adultas, sostienen la responsabilidad histórica de aportar para generar los cambios necesarios.