Jueves, 10 septiembre 2020

Reconstruirnos mejor, el reto post pandemia


Raquel junto un grupo de mujeres de la colonia Alemania en la ciudad de El Progreso, Yoro, inician su jornada a las 5 de la mañana. Enciende el fogón, revisan lo que les va quedando de las donaciones de alimentos, se reparten las tareas: amasar harina, hervir frijoles, colar el café, freír huevos y con mucha suerte algo de leche para los niños y niñas de esta comunidad.

Así es cada día en este comedor comunitario, de los muchos que se han instalado en el norte de Honduras. La crisis económica agudizada por la pandemia mantiene a muchas familias sin ingresos, sin empleo y sin la posibilidad de lograr los tres tiempos de comida al día. La generosidad de estas mujeres hace posible la multiplicación de los panes y las tortillas.

Únicamente en El Progreso al menos hay 5 comedor comunitarios, todos instados y dirigidos por mujeres, como una apuesta estratégica de garantizar alimento a los niños, niñas y personas de la tercera. Además, de promover el valor de la solidaridad en medio de los encierros, las angustias y los “sálvese quien pueda”.

Estos comedores han sobrevivido a la pandemia gracias a la generosidad de personas e instancias que reconocen las necesidades que muchas familias enfrentan en este tiempo. El Gobierno anunció que más de 750 mil familias, unas 3.6 millones de habitantes, se beneficiarían con el programa Honduras Solidaria, a través de la entrega de alimentos a los más empobrecidos. Desde marzo, se aprobaron millones de lempiras para este fin, pero las denuncias de politización, compras sobrevaloradas y bolsas raquíticas de alimentos han estado presentes.

El manejo del programa Honduras Solidaria, es únicamente el inicio de todos los señalamientos por corrupción que se hacen al Gobierno ilegítimo de Juan Orlando Hernández que, con más de 100 mil millones de lempiras, más de 3 mil millones de dólares, ha sido ineficiente, negligente y corrupto en la conducción de la emergencia, provocando muertes y mucha hambre entre la población, tal como lo han denunciado instancias como el Colegio Médicos, el CNA, entre otras.

La proyección para la economía del país y sobre todo la familiar no es nada alentadora. El Fosdeh advierten que al cierre del 2020 el índice de pobreza llegará al 70 por ciento, 7 de cada 10 personas sin empleo o con empleos precarios y mal pagados que no les permitirán garantizar sus necesidades más básicas.

Ante esta dura realidad, se convierte en obligación urgente reenfocar las políticas públicas de crecimiento, realizar cambios en la estructura productiva y acabar con la corrupción para dar paso a un “nuevo ordenamiento social”, de lo contrario después de la pandemia del coronavirus seguiremos condenando a la ciudadanía a sobrevivir en medio de la miseria.

A las propuestas de solidaridad y fuerza de las mujeres, que son la expresión más hermosa en este tiempo, debemos sumar el diseño de medidas de crecimiento hacia dentro que garantice un nuevo patrón de redistribución de ingresos, que acaben con los privilegios y la corrupción.

Luego de la pandemia debemos abrirnos a la oportunidad de no retorno a la “normalidad”, sino la apuesta por reconstruir un Estado social, no autoritario ni corrupto, que nos permita un futuro con empleos, con derechos para todos y todas, ¡eso sin duda es lo que estamos buscando¡

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