Reivindicando la vida digna

Cada 10 de diciembre, el mundo celebra el Día de los Derechos Humanos para conmemorar la fecha en que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos, en el año 1948.

La importancia de este instrumento internacional radica en que tiene un objetivo muy claro: construir un mundo en donde las personas puedan vivir dignamente y libres del temor, la miseria, la tiranía y la opresión.

72 años después la realidad nos enfrenta a un mundo dividido en parcelas de inclusión y exclusión, en donde el ejercicio de los derechos de todos y todas sigue siendo un privilegio de pocas personas.

En Honduras la impunidad y la corrupción, sostenidas en un sistema que beneficia a quienes tienen el poder, son algunos de los factores que niegan a la mayoría de la población las necesidades más básicas para vivir con dignidad.

Las crisis sanitaria y humanitaria generadas por el Covid-19 y los huracanes Eta e Iota han evidenciado la indignidad en que vive el pueblo hondureño debido a la naturaleza depredadora y carroñera de un régimen ilegítimo, usurpador y corrupto.

Por ello, ante el sufrimiento extremo de nuestra gente, el derecho a vivir con dignidad debe ser retomado con fuerza y esperanza por la práctica de los movimientos sociales, de la ciudadanía y de la oposición política honesta.

Hoy más que nunca, la vida digna debe ser la bandera permanente de la consigna “solo el pueblo salva al pueblo” que ha retratado a una sociedad solidaria y nos ha mostrado el camino para tirar al basurero de la historia a quienes han convertido a Honduras en una tragedia.