Honduras avanza hacia una ruta donde la única salida parece ser la expulsión del poder a los que usurparon los puestos por medio de la ilegal reelección presidencial y el gran robo en el fraude electoral de 2017. La población expresa con su frase “Fuera JOH” no sólo el rechazo a la ilegalidad y la condena de la violencia estatal de este gobierno sino la salida inmediata de quienes están al frente de la nación.
El ejecutivo, por medio de sus voces y hasta del propio cuestionado presidente Juan Orlando Hernández, ha fracasado en varias ocasiones en convocar a docentes y médicos para sentarse a dialogar con el fin de ponerse de acuerdo para implementar un proceso de transformación del sistema de salud y de educación. Han asistido los mismos de siempre, los cuestionados dirigentes de cuatro colegios magisteriales que desafiaron la desautorización de sus bases para dialogar en nombre del magisterio.
Nadie le hace caso al régimen, por qué, porque en el pasado reciente intentaron echarle “tierrita” al fraude electoral por medio del llamado diálogo político que sirvió para dos cosas: primero, bajar la tensión y pacificar la protesta social, y segundo para ganar legitimidad internacional, en otras palabras, sirvió para comprar gobernanza. Pero el conflicto siguió intacto. Así se han manejado las crisis en la última década después del golpe de estado.
La gobernanza, este gobierno la compra de varias maneras: el chantaje político, la amenaza, la persecución y la compra de voluntades a políticos, empresarios y religiosos corruptos que se llena de privilegios en detrimento del bienestar social de la población.
Los gobiernos no han sabido dar respuestas a la ciudadanía, no han estado a la altura de las demandas populares, y los conflictos los enfrentan con mucha demagogia con la que dichos conflictos no son resueltos y se van acumulando hasta provocar estallidos sociales que sólo dejan mucho dolor e indignación nacional e internacional. Honduras avanza en ese difícil y peligroso camino.
Cada vez más está cobrando fuerza una eventual salida del dictador del poder porque se está convirtiendo en una demanda innegociable para la ciudadanía y en una condición irrenunciable para emprender cualquier otro camino que por medio de un verdadero diálogo ponga a la nación en la ruta de los grandes acuerdos nacionales que busquen el bien común del pueblo hondureño.
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