«BUSCANDO LAS PALABRAS» son reflexiones cortas de la Comisión de Apostolado Social de la Provincia Centroamericana de la Compañía de Jesús, sobre la realidad actual y el mundo que soñamos y que aspiramos construir en comunidad. Son más preguntas que respuestas, porque en eso estamos, apenas «buscando las palabras». Confiamos en que estos mensajes contribuyan a pensar nuevas rutas, en las que podamos caminar juntas, juntos y sobre todo esperanzados.
“Solo Dios con nosotros”
Dejarnos contagiar de la fe, la sabiduría y la esperanza de la gente sencilla
Desde mucho antes de esta dura pandemia, en la historia de la vida cotidiana de nuestros pueblos centroamericanos, ha estado presente la expresión: “solo Dios con nosotros”. Con ella, la gente está diciendo cosas muy profundas, y a la vez sencillas. Es una manera de hacer saber que, con todo lo que conlleva resistir las penas, las injusticias, los miedos y las angustias, Dios no abandona. Dios carga y asume el dolor, no lo evade, ni lo mira de lejos.
La gente sabe, en lo hondo de su corazón, que los males que nos agobian no son castigo divino, sino consecuencias del proceder ambicioso de quienes mueven los hilos de gobiernos, empresas y otros grupos de poder a los que nos les importa el bien común y aplastan al más vulnerable sin compasión alguna. La gente lo sabe y por eso está convencida de que “solo Dios con nosotros”.
La gente sencilla puede sentir que sus esperanzas se oscurecen y parecen perderse en la cruda realidad que les golpea. Pueden ser muchas las derrotas y las tristezas, pero tienen fe de que nunca la derrota será el horizonte definitivo. En el recuento de la vida, Dios socorrerá a la gente que no se deja vencer por las opresiones. Las auxilia cuando les da la fuerza necesaria para enfrentar, sobrevivir y transformar aquello que no está bien. Gente sencilla y profunda que busca siempre la manera de resucitar en la esperanza. No que el sufrimiento sea el camino a la salvación, sino que la salvación germina en la tierra que cultivan las personas justas.
Resulta indispensable pues, reiterar que nada humano es extraño a nosotros ni nada humano puede estar por encima de la voluntad salvífica y resucitada de Jesucristo. Por muy grande que sea el fracaso, no estamos condenadas a la derrota definitiva; por muy grande que sea la amenaza de este coronavirus, no estamos condenados a la muerte definitiva.
La fe de nuestra gente es mucho más honda que todas las formulaciones teológicas y sistematizaciones doctrinales que muchas veces dan seguridad a sectores bien situados dentro de la Iglesia de muros apabullantes. De la gente sencilla hemos de aprender lo central: “solo Dios con nosotros”. Ese Dios cercano que camina al lado, ese compañero que da la mano cuando hay miedo, que abraza cuando hay dolor, que da libertad para las búsquedas, que aplaude las alegrías, que aguarda en los momentos de duda.
Por eso, hoy más que nunca, tiene tanto valor lo que dice el Señor Jesús en el Evangelio de Mateo, en su oración de acción de gracias:
“te doy gracias, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has mostrado a la gente sencilla. Sí, Señor, asíte ha parecido bien…” (Mateo, 11, 25ss).
31 de julio 2020.
Día de San Ignacio de Loyola