Lunes, 20 abril 2020 |
Sopa de bombasEn una original parodia, un numeroso grupo de vecinos de una comunidad de los entornos de la ciudad de El Progreso, recogieron los cartuchos de las bombas lacrimógenas que les lanzó la policía como respuesta a una protesta en demanda de comida a la Corporación de ese término municipal, y encendieron un fogón con piedras y leñas, lo llenaron con agua y echaron todos los cartuchos hasta que el agua estaba hirviendo. La protesta no tenía más propósito que el llamado de angustia de unos vecinos hacia las autoridades para que, enteradas del hambre, les respondieran con la entrega de raciones de víveres de primera necesidad para paliar el llamado de los estómagos vacíos. Los vecinos se tomaron la arteria cercana a sus viviendas, como medida desesperada para llamar la atención. La policía rauda y veloz se hizo presente, y sin mediar palabras, comenzó a lanzar bombas lacrimógenas sin importar la presencia de niños, mujeres embarazadas y ancianos. Una vez dispersos, la policía se dedicó a perseguir a los vecinos hasta sus precarias viviendas, hasta donde llegaron las explosiones de las bombas lacrimógenas. Este hecho represor, y los testimonios de los sorprendidos y desesperados vecinos, han quedado debidamente documentados en fotografías y videos. Protestas parecidas a la que hemos descrito han ocurrido y están ocurriendo a lo largo de todo el territorio hondureño, porque la gente tiene hambre. Y es dolorosa la escena frecuente de vecinos que al ver llegar vehículos cargados con raciones, salen a recibirlas, pero se quedan con los brazos extendidos. Las bolsas son entregadas únicamente a personas que han dado señales inequívocas de pertenencia al partido en el gobierno. Si así como las autoridades responden a quienes claman comida, responden a las necesidades básicas de los pacientes y del personal de salud, entonces se confirma que la respuesta oficial de conjunto a la emergencia es como las cadenas nacionales: solo son palabras sin sustento de datos reales pero cargadas de promesas y mentiras. Manifiestos de múltiples organizaciones vienen demandado una atención responsable a la emergencia y una atención directa y no politizada a la necesidad de hambre de la población. Hasta el momento, las respuestas son represivas y sectarias. Al menos, poblaciones como la que nos ocupa, convierten en parodia la represión estatal y municipal. Una advertencia que conviene que tomen en cuenta las autoridades públicas, no sea que de la inofensiva parodia de sopa de bombas que los vecinos gaseados cocinaron, se acabe finalmente expresando en una sopa, ya no de bombas, sino de otros cocidos de indignación convertidos en merienda popular de corruptos. |
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