Miércoles, 22 abril 2020 |
Tiempos de contagiosHay contagios que hacen daño, debilitan, enferman, dejan secuelas negativas y hasta conducen a la muerte. Hay contagios para el cuerpo humano. Si alguien anda con el Coronavirus, el contagio es inminente, y si no entra en cuarentena no solo su vida peligra, sino, la vida de las personas con las que tiene contacto. El contagio también ocurre en el cuerpo social. Si un padre ejerce violencia en contra de su mujer, es previsible que contagie negativamente a sus hijos, y crezcan contagiados del virus de la violencia en contra de sus amigas, novias y esposas. De igual manera, si una institución pública es conducida por empleados o funcionarios corruptos, es previsible el contagio a toda la institución, y que, como el virus, se contagie a muchas otras instituciones. En Honduras es evidente que estamos contagiados de corrupción. Si se amanece un día con desánimo, es frecuente que se contagie a la gente más cercana, y por el contrario, si en medio de tormentas e incertidumbres, prevalece el optimismo y el buen ánimo, sin duda se contagiará en muchos otras personas. En estos días de cuarentenas, hemos de animarnos con contagios estimulantes. Ya demasiado es la angustia de un posible contagio con el Coronavirus, como para que también nos contagiemos de miedo, desesperanza, angustia, y todavía peor, corrupción. Si al Coronavirus se contagia con tanta rapidez y facilidad, ¿por qué no promover contagios positivos, que estimulen compromisos y actitudes positivas para hacer frente los enormes desafíos actuales? Necesitamos aprender del contagio del Coronavirus, raudo y veloz, solo que en sentido opuesto, un contagio estimulante, positivo, generador de conciencia de dignidad y que contribuya a recuperar las fuerzas a todo el cuerpo social. En los últimos tiempos hemos experimentado contagios positivos. En 2015 nos contagiamos de las movilizaciones guatemaltecas en contra de la corrupción, y cuando supimos del saqueo del Seguro Social nos indignamos y salimos a la calle con antorcha en manos. Este contagio se extendió por todo el territorio nacional. Unas comunidades defensoras de sus ríos, sus aguas, su minería y sus territorios, iniciaron la lucha por declarar a su municipio, libre de explotación minera. Esta acción contagió a otras, y luego a muchas otras comunidades. Este contagio ha logrado que decenas de municipios se hayan declarado libres de minería, y algunos declarados municipios verdes. Estos contagios nos enriquecen, nos fortalecen, nos hermanan. Nos capacitan para hacernos fuertes en la lucha por una nueva institucionalidad democrática. Son contagios que nos dan energías positivas para convencernos que los corruptos y concentradores de riquezas comunes, no son invencibles; que por fuertes que parezcan, nunca tendrán las riquezas que son propias de pueblos contagiados: la ética, la dignidad y la no violencia activa. ¡¡Sigamos contagiándonos de energías positivas, necesitamos sentirnos y crecer como un pueblo en dignidad y libertad!! |
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