Martes, 4 de Enero 2022    

Un desafío imperativo: el comienzo de la desmilitarización

El analista político Víctor Meza señala que los militares son la peor pesadilla para la democracia hondureña.

Esta afirmación está sustentada en el terrible papel que han jugado las Fuerzas Armadas en graves violaciones a derechos humanos en tres momentos importantes.

En primer lugar, los militares fueron los responsables de la implementación de la doctrina de seguridad nacional en los años 80 que constituyó una década siniestra de desapariciones, ejecuciones, exilio y torturas.

En segundo lugar, los militares fueron los responsables de los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el golpe de Estado de 2009 y el sostenimiento del gobierno de facto.

Y, en tercer lugar, los militares fueron los responsables de los graves abusos a los derechos humanos en el contexto del fraude electoral que permitió la consolidación de la dictadura de Juan Orlando Hernández.

A cambio de cumplir con este papel de sicarios con uniforme, los militares han logrado un inmensurable poder, consiguiendo subvertir el orden lógico en una democracia y colocarse por encima del poder civil.

Por ello, una de las medidas urgentes y necesarias que debe asumir el nuevo gobierno es devolver a los militares a las barracas y recuperar el control civil de las instituciones públicas en manos de ellos.

Y otra medida necesaria y estructural es convocar a un diálogo social amplio para reflexionar sobre la necesidad o no de unas Fuerzas Armadas que drenan los fondos públicos y que se han convertido en un peligro para el proceso democrático nacional.

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