Jueves, 04 marzo 2021 |
Un espejo, muchos mensajes
La noticia más destacable en el Triángulo norte fue el arrollador triunfo del partido Nuevas Ideas en las elecciones de diputados y alcaldes en El Salvador. Más allá de los triunfalismos y derrotas, el bukelismo puede ser un espejo para la clase política centroamericana y una advertencia de la ciudadanía.
Ese espejo refleja el colapso del sistema de partidos políticos. El pueblo salvadoreño se hartó de ARENA y del FMLN, y abrió camino a algo distinto a lo conocido. Bukele es un fenómeno político, los sondeos de opinión muestran que cuenta con el respaldo del 80 por ciento de la población y su partido tiene mayoría en la Cámara Legislativa. Ganó la Presidencia con un partido prestado y ahora con su partido político arrebató el Congreso Nacional.
El espejo también refleja que el gran perdedor en El Salvador es el partido de izquierda, quienes con mano guerrillera y purificadora echaron a Bukele del FMLN en 2017, y dos años después les arrebató la presidencia y cuatro años más tarde todos sus diputados. Es decir, les ganó su base electoral.
El paisaje de fondo del bukelismo recuerda los estudios de Latinobarómetro quien desde inicio de siglo advirtió que el conjunto de la población seguía prefiriendo la democracia a cualquier otro régimen, pero no se casaban con ella, ya que un importante sector de la población afirmaba que, en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático.
Con el control del poder Ejecutivo, Bukele sacó algo de lo que está hecho y mucho de ello huele a autoritarismo, un ejemplo de ello fue la militarización de la Cámara Legislativa exigiendo aprobación de presupuesto. Hoy, tiene el control de los dos poderes del Estado y la pregunta que brota es ¿qué hará con todo ese poder? Lo pondrá al servicio de los más empobrecidos o será ocasión para profundizar la desigualdad, lo aprovechará para fortalecer la democracia y el Estado de derecho o será utilizado abrir viejas heridas continuistas y autoritarias. Ahí están los dilemas.
La concentración de poder puede ser su perdición. Ya no podrá culpar a nadie de lo que haga o deje de hacer, se enfrentará a su propia improvisación. Ya no tiene chivos expiatorios para culpar, y será el momento de la verdad, ¿abrirá las puertas de Casa Presidencial para dialogar con todos sectores del país y formular propuestas de país o se cerrará en silla presidencial y responderá con la fuerza militar?
Aún hay mucho camino por recorrer con el bukelismo, pero advierte que las sociedades cambiaron y están experimentando con nuevos liderazgos, nuevas formas de hacer política, advierten que la población está en búsqueda. Es una oportunidad y una amenaza. La oportunidad para surgimiento de una nueva generación políticos comprometidos con la gente o la amenaza de pasar de los “caudillos de caballo a los caudillos de las redes sociales”.
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