Viernes, 14 mayo 2021    

Un país a la deriva

A nacionales y extranjeros les partió el corazón ver a 7 alcaldes pidiendo vacunas para sus municipios al gobierno de la hermana república de El Salvador. Su petición es una de tantas muestras de que en Honduras llevamos varios años como barco a la deriva, con una banda de criminales usurpando las oficinas de casa presidencial.

El presidente salvadoreño en menos 48 horas les atendió y apoyó con 34 mil vacunas para salvar la vida de las personas más vulnerables de sus municipios. Más allá del gesto de solidaridad de los hermanos salvadoreños, la acción hace recordar que Honduras aprobó más presupuesto para la pandemia que el país vecino.

Pero también nos hace recordar que este régimen mandó el avión presidencial hasta Israel por cinco mil vacunas, y que otra delegación se movió hasta Rusia para hacer los contratos de la compra de vacuna. Es decir, se han gastado millones de lempiras en viajes en aviones privados y seguimos siendo el país con menos personas vacunadas.

La respuesta salvadoreña a la solicitud de los alcaldes también expresa que cuando hay voluntad, cuando la vida está por encima de los negocios, cuando lo público está por encima de privado y cuando se administra con mínima decencia, el dinero ajusta y el resto de países también los tratan con respeto y dignidad. Hoy somos la vergüenza mundial, nadie toma en cuenta a un narco como jefe de Estado.

Si algo de vergüenza les queda a todos los funcionarios responsables de atender la pandemia, deberían renunciar. Por favor no nos hagan pasar más vergüenza mundial y no sigan poniendo en riesgo la vida de miles de compatriotas.

Pero hay que decirlo, la criminalidad no solo está en la banda de casa presidencial, también está en la Consejo hondureño de la empresa privada, que en estos años ha hecho comparsa y negocios con las fechorías de Juan Orlando Hernández. En la pandemia se volvió a reafirmar que a la cúpula empresarial no le importa el país, ahora le hace comparsa en el negocio de las vacunas.

En estos días de vergüenza mundial es imposible no recordar los versos de Rubén Blades, cuando canta a un país portátil, como “un lugar sin memoria, donde ya nada sorprende, vive el crimen indultado y un charlatán presidente. Con héroes falsificados, ideales hipotecados y total mediocridad”.

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