Lunes, 25 mayo 2020

Un periodista o dice la verdad o no es periodista


Estas palabras fueron pronunciadas por San Oscar Arnulfo Monseñor Romero en su homilía dominical del 29 de julio de 1979. Este Santo Pastor fue modelo eximio de comunicador social, y en este día especial para quienes laboramos en medios de comunicación, lo traemos como luz para iluminar críticamente nuestro camino. San Romero actualizó de manera espléndida el mensaje del evangelio, y puso su palabra, su voz, sus homilías, los medios de la Iglesia al servicio de la realidad y de la justicia, desde los pobres y al servicio de la verdad.

San Romero lamentó que los medios de comunicación corporativos confundieran y tergiversaran la verdad. Así lo dijo: “No todo lo que está en el periódico, no todo lo que se ve en el cine o en la televisión, no todo lo que nos dice la radio, es verdad. Muchas veces es precisamente lo contrario, la mentira” (Homilía, 7 de mayo 1978)

Los medios corporativos de comunicación no sólo tergiversan la verdad. Responden a intereses de grupos minoritarios, y reacomodan la realidad para ponerla al servicio de los intereses de los grupos de poder. Al respecto Monseñor Romero dijo lo siguiente: “Las minorías económicamente poderosas pueden organizarse en defensa de sus intereses minoritarios y, muchas veces, con desprecio de los intereses de la mayoría del pueblo.” (Tercera Carta Pastoral, 1978)

El obispo Mártir y Santo, lamentaba que los medios de comunicación ocultaran la realidad y se pusieran al servicio del dinero y de los intereses de quienes tenían el poder del dinero. “Es lástima –dijo– tener unos medios de comunicación tan vendidos a las condiciones. Es lástima no poder confiar en la noticia del periódico o de la televisión o de la radio porque todo está comprado, está amañado y no se dice la verdad” (Homilía, 2 de abril de 1978)

Una persona podrá vociferar en un medio de comunicación, y podrá tener oyentes que se gozan con lo que dice. Pero si esa persona está al servicio de la mentira y de intereses que ocultan la realidad, ha perdido el don de periodista. Nuestro Santo Monseñor Romero, dejó muy clara la ética que ha de conducir a una persona profesional del periodismo: “No le tengamos miedo a quedarnos solos si es en honor a la verdad. Tengamos miedo de ser demagogos y andar ambicionando las falsas adulaciones del pueblo. Si no le decimos la verdad, estamos cometiendo el peor de los pecados: traicionando la verdad y traicionando al pueblo” (Homilía, 25 de noviembre 1979)

El jesuita mártir Ignacio Ellacuría, otro gran comunicador social, puso toda su palabra al servicio de la verdad. Escuchemos textualmente sus palabras: “El gobierno y los propietarios de los principales medios de difusión masiva, suelen hablar de libertad de opinión y de prensa como derechos fundamentales y como condición indispensable de la democracia. Pero si esa libertad de opinión y de prensa sólo la pueden ejercitar quienes poseen medios no adquiribles por las mayorías, resulta entonces que la libertad de prensa y de opinión así ejercida, es un hecho que hace imposible la democracia”

Ellacuría fue mucho más allá, y consideró que la labor de la palabra no es sólo potestad del periodista. Es potestad del pueblo, y así lo inmortalizó con estas palabras: “Que el pueblo haga oír su voz, que el pueblo reflexione… sobre la situación del país, que exija ser bien informado. Que haga sentir cómo se necesita cuanto antes un desarrollo económico profundo del país, cómo se necesita que se resuelva su problema de injusticia”.

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