Miércoles, 15 de junio 2022 |
Una palabra serena y oportuna
Así ha sido el regalo que la Conferencia Episcopal de Honduras nos dado a toda la sociedad hondureña. En medio de las turbulencias, el país entero necesitaba unas palabras sensatas como la que ha divulgado la Conferencia Episcopal de Honduras.
Los obispos no han evadido la problemática de la sociedad hondureña. La han tocado de frente pero desde la perspectiva de que un nuevo horizonte se abre para Honduras, y deja establecido el respeto y reconocimiento a las nuevas autoridades que han comenzado a regir los destinos nacionales.
Advierten los Señores Obispos de la necesidad de que toda la sociedad aporte para que este nuevo horizonte sea una gran oportunidad, y por ello sostiene que es a las realidades de la marginalidad y pobreza las que toca enfrentar, y no tanto a las estériles confrontaciones ideológicas. No deja de lado la Conferencia Episcopal la alta necesidad de que el gobierno haga frente a la educación, uno de los pilares más golpeados a lo largo de los años anteriores y que se acabó de hundir tras la llegada de la pandemia, y con ella la corrupción y la impunidad.
Sentar las bases de una educación universal, de calidad y gratuita es uno de los enormes desafíos que toca asumir en este nuevo horizonte que se ha abierto, y una concreción histórica de lo que llamamos la “refundación” de la patria. Los obispos dejan entrever que la Iglesia ve con buenos ojos y apoyará todo proceso de refundación que comprometa al gobierno y al Estado con las más urgentes necesidades y carencias del país, y que se evite encerrar este esfuerzo en la polarización ideológica.
Para el empeño de aportar en este nuevo horizonte y desde la perspectiva de la refundación, nuestros Señores Obispos recuerdan que esta tarea es de todos los sectores, y nunca de unos pocos, y menos si esta tarea se partidariza. Todo mundo está llamado a contribuir con sus esfuerzos y capacidades, y esto requiere de mentes abiertas y corazones ardientes de justicia.
La Conferencia Episcopal ya habló, corresponde ahora a la misma Iglesia en todos sus ámbitos y a los diversos sectores de la sociedad, y al gobierno, reflexionar y establecer compromisos. Uno de los rasgos que toca es la apertura al diálogo y a la escucha de voces de sectores con quienes no se coincide. Y en esto la Conferencia Episcopal sigue dando pasos valiosos para situarse como la instancia hondureña de mayor credibilidad en un momento en donde toca situar las cosas, como dicen los Obispos, en su dimensión estructural y no solo en los arrebatos de la coyuntura.
Seguir dando pasos de credibilidad sigue siendo un desafío para la jerarquía católica hondureña. Uno de esos pasos es abrirse a la escucha y diálogo con sectores de la sociedad que a lo largo del presente siglo se han sentido maltratados por esa misma palabra episcopal. No se trata de asumir todas las demandas, pero sí de un cambio de actitud hacia sectores como las feministas, los grupos de la diversidad sexual, el laicado comprometido, entre otros, quienes se han sentido marginados y excluidos al interior de la Iglesia. Abrir un espacio de diálogo, debate y búsqueda será sin duda un signo que pondrá a nuestra Iglesia en el auténtico camino profético de la Sinodalidad que tanto nos anima a vivir nuestro querido papa Francisco.
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