Jueves, 19 noviembre 2020 |
Vertebrar la solidaridadEn situaciones límite los seres humanos sacamos una fuerza interna que nos impulsa a salvar la vida o la de quienes están peligro. A veces es el instinto de sobrevivencia, otras veces esa fuerza se transforma en solidaridad, y es lo que ha hecho la diferencia en la emergencia de Eta e Iota. Ante la ausencia institucional brotó la fuerza del pueblo y salvó vidas. Los rostros de la solidaridad huelen a gente humilde y corriente. A voluntarios que se sumaron con sus lanchas a rescatar gente, a mujeres y jóvenes que cocinan y entregan alimentos en los albergues, a organizaciones sociales e iglesias que coordinan iniciativas para canalizar ayuda, a familias, cooperativas agrícolas o pequeños empresarios que ponen sus recursos al servicio de la gente. Todos y todas ayudando y ocultándose de las fotos y las redes sociales. Como los daños son profundos, tenemos que alimentar esa solidaridad horizontal para que sea el espíritu que impulse todo el proceso de transformación del país, si no, corremos el riesgo de que se agote en esta primera etapa de la emergencia. Como nos dice la experiencia, la sombra de este tipo de desastres socioambientales es larga, y ante esto, debemos alimentar y organizar esa solidaridad para que trascienda a la etapa de rehabilitación y reconstrucción y guíe el camino hacia la recuperación de las instituciones públicas. Hay una consigna muy frecuente en la acción de los movimientos sociales, “solo el pueblo salva al pueblo”. En esta emergencia el pueblo da una pista a los liderazgos sociales y políticos, y da testimonio de que esa salvación no puede ser solamente un asunto ideológico, sino hay que encarnarlo en la cotidianidad de la gente, en sus dolores, sueños y alegrías. El pueblo salva al pueblo cuando ese pueblo se siente acompañado de la palabra y de la acción de sus líderes y dirigentes. Estas primeras semanas de emergencia y solidaridad también nos enseñan que cada día aprendemos de las personas con las que caminamos, que en situaciones límite como esta respondemos mejor si respondemos en red, que por la magnitud de los daños nadie tiene capacidad por sí solo para sacar el país del lodo y que en medio de la emergencia tenemos que nombrar las causas y los causantes de estos fenómenos socio ambientales. A lo largo de la historia hemos perdido muchas oportunidades para canalizar esa fuerza que brota del pueblo hondureño en momentos de crisis. La perdimos con el Mitch, con el golpe de Estado, con las acciones de las antorchas. Hoy ese mismo pueblo ofrece su fuerza solidaria para impulsar la recuperación de esas instituciones públicas que lo abandonaron cuando más lo necesitaban. Vamos. Manos a la obra.
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