Miércoles, 25 noviembre 2020 |
Violencia contra las mujeresLa violencia es uno de los rasgos de mayor negatividad en nuestra Honduras. Está unida al paradigma dominante de poder, que entiende las relaciones de arriba para abajo, es decir, vertical, y quien está arriba decide sobre quien está abajo. Y se define a partir del dominio control, opresión y fuerza. Detrás de este paradigma dominante subyace la cultura patriarcal, que entiende el mundo, la vida, el sexo, la economía y todas las relaciones humanas, a partir del poder de los hombres. Todo es visto desde la mirada de los hombres. Mucha de la violencia que domina en Honduras remite a esta cultura y a este poder. La violencia contra las mujeres es cualquier tipo de agresión emocional, física, sexual o económica realizado en contra de ellas por el varón. Y la violencia muchas veces se expresa en el espacio doméstico en donde muchas mujeres son víctimas de parte de sus esposos, compañeros de vida o novios. En nuestra sociedad cualquier mujer puede ser agredida: no importa si es profesional o no, joven o vieja, casada o soltera, rica o pobre. El maltrato hacia las mujeres por parte de sus compañeros de vida, esposos o novios se da en todos los sectores de la sociedad. Y el agresor puede ser un ciudadano respetable o un delincuente común. Pero entre todas las mujeres, las más agredidas suelen ser siempre las más pobres. Hay diferentes maneras de maltratar a una mujer. La que parece más inocente, es la burla, mediante la cual el hombre ridiculiza a su mujer. Otra forma de maltrato es aquella en que el varón hace sentir a su mujer inútil e incapaz. Una vez superada esta etapa, el varón maltratador de mujeres empieza con un insulto, sigue con un pequeño empujón, después, además del insulto y el empujón, le deja ir el primer golpe físico. El grado de violencia aumenta y a los pasos anteriores de violencia le sigue la agresión con algún objeto contundente, y por último puede suceder el asesinato, el femicidio. Muchas mujeres piensan que la conducta de sus compañeros puede cambiar. Creen que el primer insulto, el primer empujón, la primera trompada fue algo pasajero, algo no querido por su esposo o compañero. Pero eso es falso, y muchas mujeres prefieren vivir engañadas antes que aceptar la realidad de que su compañero de vida es un agresor del que se ha de defender con auxilio de las demás mujeres y de la legislación nacional e internacional. En los últimos tiempos se han creado en Honduras diversos organismos estatales y no gubernamentales que tienen como fin proteger a las mujeres perseguidas y maltratadas y por crear estructuras protectoras de los derechos de las personas más débiles. Sin embargo, queda casi todo por hacer todavía. Los varones y las mujeres tienen los mismos derechos y la misma dignidad. Nadie está arriba ni nadie está abajo. Todos somos parejo, y cualquier maltrato, agresión o violencia contra las mujeres es un fracaso de la sociedad, y cualquier lucha por la transformación de la sociedad ha de tener la defensa de los derechos de las mujeres como un rasgo esencial.
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