Miércoles, 19 mayo 2021    

Vivir de la imagen, el gran negocio

El interés de un funcionario público de altos vuelos no es tanto dejar de hacer cosas turbias, amparado en su cargo, sino de aparecer como que hace cosas buenas. Tanto interés tiene en esto que hasta el asunto de la ZEDE o Ciudades Modelo, lo vende como algo muy bueno, aunque así se despedace el país.

Para aparecer que hace cosas buenas, el funcionario de altos vuelos invierte en periodistas y en medios de comunicación, porque vivir de la imagen es muchísimo más importante que hacer cosas buenas para la sociedad. Para estos funcionarios públicos, es un error hacer pública la verdad sobre la corrupción y saqueos a las instituciones públicas. Cuanto más se les tape y más se mienta, más listos son los funcionarios.

Así son los personajes hondureños. Andan por la vida cargando una imagen institucional y personal que en los hechos nada tiene que ver con la realidad. Desfiguran su identidad de corrupto a través de uniformes, trajes, discursos que los hacen aparecer como honorables, honrados y bienhechores. Y su cinismo llega a extremos que para ocultar sus mentiras y actos de corrupcion, llama mentirosos y corruptos a los demás, aunque cargune entre sus mentiras más de 90 hospitales prometidos.

Sus negocios y todos sus asuntos públicos se sostienen en la mentira. Y para ello se esfuerzan en mantener una imagen pública contraria a los hechos. Nada es más distante a la vida de estos personajes que la presentación de la realidad tal cual es, y nada es más pernicioso para sus vidas que el conocimiento de aquello en lo que se sostiene su auténtico trabajo. Pasan la vida entera viviendo de apariencias mientras se esfuerzan en ocultar tras cargos, apellidos, títulos y reconocimientos, la impunidad de sus actos.

Vivir de la imagen es el negocio. Si Usted quiere saber qué es lo que no son estos personajes, vaya a las páginas sociales y descubra en sus sonrisas, en sus palabras y en sus vestimentas, la práctica profesional de la mentira. Suele existir un correlato entre la formalidad con la mentira, entre el discurso diplomático con los cálculos, entre la imagen pública con las perversidades ocultas. Y si no, díganos, ¿acaso Usted cree que un político o funcionario público está diciendo la verdad cuando hace declaraciones públicas sobre temas relacionados con el uso de los bienes públicos, las vacunas, bordos, las ZEDES, contratos y el manejo de las leyes?

Vivir de la imagen es el camino, y es el modo de situarse en la política y en lo público. Cuanto más se construye una imagen más capacidad existe para vivir del cuento. Vivir de la imagen es la práctica esencial para sostener la impunidad. Los altos funcionarios públicos, por vivir del cuento, saben muy bien hacerse un nudo en el severo muro de la impunidad.

Imagen y cinismo es el binomio, pero cuando la imagen se hace añicos, salta con furia el cinismo, y una vez descubiertos, los altos funcionarios públicos salen al paso, representando a muchos, con su consigna lépera y extravagante: “Me la pela!”.

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