Miércoles, 29 julio 2020

Y las cifras adquirieron rostros propios


Comenzó como la noticia más lejana del planeta. En la China. Y las bromas anti chinas no se hicieron esperar. Era todo tan lejano. Luego pasó a Italia y a España, y también hubo noticias del virus en Alemania, Inglaterra y Francia. Comenzamos a poner más atención a la noticia. Ya no era solo de los chinos, el contagio se propagaba. Pero seguía siendo noticia lejana, eran cifras y datos europeos y asiáticos. Se cernía un contagio que en cualquier momento llegaba a América, pero seguíamos viendo u oyendo la noticia. Y se regaban las conjeturas. El contagio es posible –decían– porque es temporada de frío, cuando pase el invierno el virus morirá por su cuenta. Podemos estar tranquilos, estos calores tan terribles nos protegían, decíamos con aires de inmunidad.

Y entonces llegó a Estados Unidos, y comenzó el contagio a multiplicarse. Por miles se contaban los muertos en Nueva York. Pero todavía era noticia ajena. Supimos que raudo y veloz, el gobierno instó al Congreso a reunión de emergencia, y aprobó miles de millones para atender la pandemia. Unos días después el Congreso de nuevo aprobó otra multitud de millones, y luego se informó de préstamos. La voz del Titular del Ejecutivo, quebrada por su tristeza personal, decía en cadena nacional que había que prevenirse y estar a la altura de las circunstancias. Y así anunció la construcción de 95 hospitales, varios de los cuales se habían enviado a traer a la lejana Turquía.

Así comenzó la danza de millones que tuvo tres vertientes de usos. Una primera vertiente: saqueos de dineros para ser desviados a cuentas privadas, dicen que en dos semanas la mayoría de los fondos aprobados y entregados se habían esfumado; segunda vertiente: entrega proselitista partidaria de alimentos, seguidas de una feroz publicidad que hacían aparecer al Titular del Ejecutivo como bonachón y generoso, que aliviaba el hambre de todo el pueblo; tercera vertiente: asistir con esmero y generosidad a las Fuerzas Armadas, equipar el hospital militar de todo lo mejor en equipos sanitarios, y confiando al Alto Mando del instituto armado el cuidado de la mayor parte de entregas, tanto de alimentos como de equipos médicos a los distintos centros hospitalarios.

Todos los días desde mediados de marzo, nos atiborraron con cadenas nacionales para darnos cifras de infectados, muertos y recuperados, en una patética danza de mentiras. La gente no se chupa el dedo. Sabe que son cifras falsas, y sabe que la voz del Titular del Ejecutivo está llena de falsas promesas. Pero la gente abrigaba la esperanza de que todo habría de quedar en cifras.

Pero las cifras dieron paso irremediable a rostros cercanos y conocidos. El contagio ha tocado y entrado por nuestras puertas. La muerte acecha, nos va cercando cada día con mayor amenaza. Y cuando la amenaza de contagios y muertes está en la cima de las angustias, el alto empresariado manipula a una llamada mesa multisectorial para imponer el criterio económico de ganancias y el criterio político saqueador, por encima del criterio sanitario, el único que a estas alturas de los contagios debía rectorar todas las decisiones, porque la protección de la vida nunca puede quedar subordinada a intereses del mercado.

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