Miércoles 10, Julio 2024  

Cárcel en Isla del Cisne, para seguirla pensando

Con la decisión de construir una cárcel en las Islas del Cisne, se juntan diversos asuntos que de no abordarse en serio y a tiempo pueden conducir a conflictos que políticamente se reviertan en contra del gobierno de Iris Xiomara Castro Sarmiento.

Un primer asunto es la cárcel en sí. Es positivo que el gobierno busque respuestas para la seguridad de la sociedad hondureña, y para ello, construir una cárcel de máxima seguridad alejada de la población puede dejar la percepción de que la gente que ha hecho mucho daño a la sociedad, está lejos y bajo buen resguardo.

Sin embargo, la experiencia de las cárceles construidas en islas, como el caso de la cárcel en Islas Marías a unos 112 kilómetros de territorio continental mexicana, funcionó por más de un siglo, y al final fue cancelada justamente por los abusos que a lo largo de su existencia se cometieron, por lo oneroso que significaba para el Estado y por el notable daño al ambiente. Una vez cancelada esa prisión, Islas Marías pasó a ser declarada Área Natural Protegida.

Está el caso de Alcatraz, apenas a tres millas de la ciudad, en la Bahía de San Francisco, California, en donde funcionó por 29 años la emblemática prisión federal para privados de libertad de alta peligrosidad de todo América, entre cuyos huéspedes carcelarios se recuerda al célebre criminal Al Capone. Fue cancelada por los múltiples hechos de crueldad ahí cometidos, por los altos costos operativos y daños al ambiente.

Una prisión en una zona tan alejada del territorio continental revestirá de costos operáticos que sin duda serán insostenibles para el Estado. La lejanía es también muy mal consejera para militares y vigilantes que saben violar muy cruelmente los derechos humanos, y por igual aleja el derecho de familiares de reclusos para acceder a información directa y frecuente así como a visitas a sus parientes.

Luego está el asunto ambiental, sobre la base acreditada de expertos que advierten que las Islas del Cisne, se encuentra anclada en uno de las reserva de corales marítimos más variados y ricos del planeta. Su conservación debía ser de la más alta prioridad para el Estado hondureño, y no tanto disponerlo para una cárcel que sin duda pondría en riesgo a mediano y largo plazo esa reserva marítima. Esto es tan grave como la amenaza de que ahí se instalen bases al servicio de vigilancias geopolíticas.

Todavía se puede repensar esa construcción carcelaria, antes de que irrumpan más presiones y conflictos ambientales nacionales e internacionales. En el gobierno hay gente  sensata y competente para escuchar voces serias y que poco o nada tienen con ver con estar opuestas a la administración actual, y menos con simpatías o contubernio con delincuencia criminal alguna. Conviene darle más pensadas, más consultas, menos cerrazones. Todavía es tiempo, antes de que estos asuntos enturbien más el ambiente político, y dañen más de la cuenta al gobierno.