Jueves 27, Junio 2024  

La bahía de Trujillo

Es un rincón hermoso e histórico del país. En ella tocó tierra firme por primera vez Cristóbal Colon en 1502; tres siglos después, en 1797 llegaron los garífunas de Roatán, tras haber sido expulsados de la isla San Vicente, un siglo después, en 1987 el Estado hondureño entregó esos territorios a los negros de las comunidades de Rio Negro y Cristales.

Pero la belleza de esa bahía, así como la tragedia en los garífunas no parece tener límites. La riqueza histórica, natural y el sentido de fiestas de estos pueblos, contrasta con la precariedad en que viven la mayoría de las familias negras de la bahía. Históricamente la bahía fue abandonada por el Estado y con la implementación del modelo neoliberal se acrecentó la violencia en la zona.

Un siglo después, a partir del 2009, los negros de la bahía de Trujillo han sido sometidos a un tercer destierro. La administración de Lobo Sosa como la de Hernández Alvarado llegaron cargados de proyectos magaturísticos, refinería, mineros e hidroeléctricos. Iniciativas económicas que se configuraron e impulsan sin consulta y en contra de las comunidades garífunas. 

El municipio de Santa Fe es uno de los más afectados con los proyectos turísticos conocidos como Njoi Trujillo, Ejoi Santa Fe y Njoi Guadalupe. Son impulsados por la empresa CareVida, propiedad de Randy Jurgensen, empresario de origen canadiense, más conocido como “el rey del porno”. Todas las riquezas naturales donde se construyeron los hoteles y residencias son de los negros, pero todas las ganancias son de los canadienses.

Hay un marcado contraste entre los lujos de los hoteles y las carencias económicas y sociales de las familias y comunitarias. Y es así porque todo está pensado para los inversionistas y turistas internacionales, y en esa lógica los negros estorban al capital y a los vacacionistas.

A pesar de todo, las comunidades poco a poco se están despertando y se están organizando en la bahía. En los últimos años lograron declarar el municipio de Trujillo libre refinerías y minería. Hay grupos de mujeres y hombres garífunas que están recuperando territorios ancestrales que por años han sido usurpados por extranjeros. Sin duda, la sangre y el espíritu de Satuyé sigue bailando y resistiendo en las luchas de los negros hondureños.