Roque Vaquero M.[1]*


Esta reflexión sobre un tema tan importante como la cobertura arbórea, explica cómo esta contribuye
a crear un ambiente agradable para la vida cotidiana y, además, a paliar algunos de los efectos provocados
por los cambios de las variables climáticas más importantes. En suma, un desafío que no se puede seguir soslayando.

Introducción

Uno de los mayores retos en los últimos tiempos, tanto en las zonas rurales como urbanas, consiste en emprender acciones que contribuyan a mitigar los efectos severos que están ocurriendo por las variaciones y el cambio en el comportamiento de algunos factores climáticos. Esta variación en las condiciones del clima produce efectos que se relacionan con daños a las estructuras físicas naturales y a las poblaciones, vegetales y animales.

Los cambios en el comportamiento de la lluvia inducen derrumbes en áreas de montaña e inundaciones en las partes bajas de las cuencas; el comportamiento inusual del viento afecta los cultivos, las estructuras y las viviendas. La radiación y la temperatura afectan, biológica y físicamente, las comunidades vegetales y animales. Cualquier variación en estos factores tan determinantes, afecta la seguridad de los sistemas de vida de los que depende la estabilidad de la sociedad.

Alternativas para arborizar los ambientes

En términos generales, se comentan algunas condiciones actuales y alternativas relacionadas con los proyectos e iniciativas tendientes a la arborización, tanto en zonas rurales como urbanas.

Zonas rurales

En estas zonas existen diferentes opciones para aumentar la cantidad de árboles que contribuya a enfrentar los problemas antes señalados; uno de los aspectos que más se ha trabajado y que debe continuar, es el de concientizar a los pobladores sobre la necesidad de realizar acciones organizadas de arborización.

Algunas prácticas para incrementar la cantidad de árboles en las zonas rurales son: siembra directa de árboles, principalmente en las áreas con pendiente pronunciada para proteger el suelo de la erosión y evitar colapsos; siembra en las orillas de las corrientes de agua para formar un corredor biológico y una barrera para su protección; promover cultivos que requieren sombra arbórea para su desarrollo y, en las áreas cultivables de cerros y montañas, promover la siembra de hileras de árboles entre bloques de cultivos para protegerlos de los efectos de la erosión y del viento. Sin duda, existen otras prácticas importantes y efectivas que se están utilizando o que podrían aplicarse para este fin.

Analizando lo que ocurre y ha ocurrido durante muchas décadas en las zonas rurales, se puede comentar algunos hechos que son comunes en la mayoría de nuestros países, especialmente en los más pobres.

a)    Ausencia de programas bien organizados para sembrar árboles en áreas de ladera que, con diversos motivos y fines, han sido cruelmente deforestadas y por lo cual se ven sometidas a intensos y constantes procesos erosivos y deslaves que obstaculizan las actividades normales de la población.

Efectos erosivos en cuencas con deficiente manejo y desprovistas de cobertura arbórea.

Por ello, es recomendable y apremiante la siembra de cobertura arbórea como una forma de prevenir o minimizar los procesos erosivos que devastan los suelos en las partes más expuestas de las cuencas y que, además, incrementan los daños causados por las inundaciones en las partes más bajas y planas de las mismas.

Cuenca con uso agrícola de la tierra en áreas de ladera y cumbre, sin ninguna protección arbórea.

Cuenca alta completamente cubierta con vegetación arbórea natural.

Área con pendiente adecuada para agricultura, conservando la cobertura en la parte superior no agrícola.

Reforestación de ladera (foto C. S.).

b)    En algunas zonas se respeta el manejo de franjas arborizadas en ambas orillas de las corrientes de agua, pero la mayoría no cuenta con las dimensiones necesarias, pues han sido alteradas por una extensión anormal de las áreas de cultivo adyacentes, que ocupan parte o toda la franja; a estas franjas de protección de las corrientes de agua también se les utiliza, en algunos lugares, como espacios para las viviendas de una población desplazada o con un alto grado de pobreza.

c)    La promoción y apoyo para que, en áreas apropiadas de cerros y montañas, se siembren cultivos que requieren sombra con el fin de incrementar las áreas arborizadas, ha sido limitada. Aunque en algunas áreas con estos cultivos se ha adoptado la siembra en «contrapendiente» como barrera a la erosión, muchas van disminuyendo su extensión o eliminando los árboles de sombra, bajo el supuesto de que la exposición del cultivo a pleno sol induce una mayor producción, lo que, como técnicamente se sabe, no es correcto, pues resultan afectados otros factores que en mediano o largo plazo tienen efectos negativos.

Cultivo rústico de café con sombra casi total.                                                  

Cultivo de café especial con sombra (Foto C. S.).

Secuencia: café sin sombra, con sombra y al fondo área de bosque natural.

d)    La siembra de franjas o hileras de árboles entre lotes adyacentes de cultivos es una práctica muy poco utilizada; por tanto, es necesario que las organizaciones de transferencia de tecnología la asuman como una práctica determinante para la conservación de los elementos naturales que participan en la agricultura y la merma de los efectos de cambio en los factores climáticos.

Franjas de banano entre hileras de árboles maderables.

Cultivo de café en contrapendiente con barreras de árboles sujetos a podas frecuentes.

No hay duda de que existen otras prácticas y técnicas que actualmente se aplican en las zonas rurales; al utilizarlas, se puede observar fácilmente los efectos beneficiosos para contrarrestar el deterioro paulatino de las condiciones ambientales.

Zonas urbanas

En estas zonas la situación se ha vuelto muy complicada, caótica y sin control, pues, debido a los diferentes aspectos sociales y económicos por los que pasan o se les hace pasar, en estas se dificulta planear y ejecutar labores de arborización.

La densa construcción de edificaciones con varios fines, con una superficie de techos que reciben la lluvia conduciéndola con alta velocidad y gran cantidad de basura hasta las estructuras de drenaje urbano, obstruye el paso del agua por las alcantarillas de aguas pluviales, minimizando el flujo libre y provocando inundaciones en las áreas aledañas.

Adicionalmente, en las zonas urbanas se realiza la cobertura de la superficie de los suelos con material, la mayoría de muy poca permeabilidad, con el fin de mantener las vías y calles de interconexión en buena condición de rodaje; pero con los cambios en los factores de clima, esta práctica resulta un elemento de notoria influencia en dos aspectos importantes: el incremento de la temperatura en las áreas adyacentes, afectando a la población que las ocupa y, como es una superficie poco permeable que no presenta resistencia al movimiento superficial del agua, provoca a su paso inundación en las partes bajas e incrementa los caudales en sitios clave del drenaje urbano.

Estimular la presencia de árboles con diferentes usos en los patios de las casas, sembrar árboles apropiados en las orillas de las calles y avenidas, fomentar parques y plazas con cobertura arbórea abundante y con espacios y facilidades para el esparcimiento y disfrute de la población, deben ser acciones promovidas como responsabilidad de las autoridades locales y de la población misma; no obstante, se realizan muy poco, debido a razones como las siguientes:

a)    En la mayoría de las áreas urbanas no existe un plan para regular y supervisar la cantidad de árboles y su manejo; por el contrario, lo que se aprecia es un desorden en la distribución de los pocos que existen, la falta de uniformidad en las especies y tipos de árboles y, además, la falta de condiciones e interés para incrementar la siembra y crear una superficie arbórea adecuada.

b)    Ausencia o muy poca presencia, únicamente en ciertas áreas, de zonas con alta densidad de árboles como parques y plazas que, además de contar con una alta y densa cobertura de árboles, sean aprovechados para otras actividades de utilidad y recreación para los habitantes.

c)    Algo muy importante y que dice mucho del interés y de la dedicación de las autoridades y la población urbana, es la falta de arborización en ambos lados, o al menos en uno, de las calles y avenidas principales. Por el contrario, los espacios donde podría hacerse esta labor para mejorar la ciudad y paliar algunos de los efectos climáticos como la radiación y la temperatura, paulatinamente se hacen más angostos debido a la expansión «justificada» de las propiedades privadas adyacentes a las calles; muchas veces son espacios tan restringidos, que hasta las personas se ven limitadas para caminar libremente en ellas.

Consideración final

Finalmente, la pregunta que surge es: ¿qué falta o qué se necesita para lograr una arborización congruente con los deseos y las necesidades de la población en las áreas rurales y urbanas en nuestros países? Muchas respuestas podrán existir, pero la mayoría son excusas con argumentos muy poco sostenibles y sin justificación alguna.

Calles arborizadas, un propósito que debería adaptarse en las zonas urbanas.

Parques y plazas públicas en zonas urbanas con alta densidad de árboles.

Siembra de cultivos con árboles maderables para sombra en zonas rurales.

Plantación con árboles maderables.


[1]       Ingeniero Agrónomo, MSc, UNAH, Honduras y ULA, Venezuela. Trabajo técnico en zonas rurales de Centro y Sur América, el Caribe y África; actividades docentes complementarias de 1975 a 2000. Docencia e investigación en Escuela Superior de Agricultura, Costa Rica, de 2001 a 2018. Reflexión, apoyo técnico y consultoría sobre el área agrícola y social, de 2018 a la fecha. Ver: https://www.linkedin.com/posts/roque-vaquero-morris-a7835819_la-cobertura-arb%C3%B3rea-activity-7206506125309980673-EIPm?utm_source=share&utm_medium=member_desktop