Marvin Barahona*

Ante la negligencia estatal por la protección ambiental, y la ausencia de una conciencia colectiva sobre la mutua dependencia de la vida humana y de la naturaleza, se impone pensar en un nuevo paradigma, que contribuya a modificar la concepción que se tiene del territorio como fuente de riqueza económica para unos pocos, a costa del deterioro de los bienes naturales y de la calidad de vida de la población.


Introducción

El valle de Sula es un entorno afectado doblemente, en parte por el crecimiento poblacional desordenado, pero también por la ausencia de políticas públicas que enfrenten el problema con capacidad para autocorregirse y adaptarse a las nuevas circunstancias medioambientales. La relación de la población con su territorio, incluso con el Estado, se ha venido modificando en correspondencia con las consecuencias de la vulnerabilidad ambiental y la ausencia de políticas públicas a las que se les exige sostenibilidad y la incorporación de la población a las labores de protección y conservación ambiental en su territorio.

Esta medida podría emplear a un número considerable de pobladores que hoy emigran desde los 116 lugares afectados por las inundaciones en septiembre de 2022[1]; y a jóvenes que han abandonado escuelas y colegios, o han concluido sus estudios secundarios sin encontrar empleo. Sin embargo, como señala Leonardo Pineda, asistente técnico del Centro de Estudios y Desarrollo del Valle de Sula,

Las compañías agrícolas e incluso los pobladores, no se preocupan en nada en el mantenimiento de las obras de protección hidráulicas, incluso algunos gobiernos locales no hacen mayor cosa aduciendo que es una responsabilidad del gobierno central y que no tienen suficientes recursos para ese fin.

No obstante, cuando se le preguntó si se han formulado políticas locales de prevención de la migración interna, por ejemplo desde los departamentos del occidente, respondió: “No conozco de políticas específicas para la prevención de la migración”[2].

La perspectiva conceptual del cambio deseado es hacia una relación población, territorio y Estado en la que este, a la vez que viabiliza sus políticas ambientales, también contribuye al desarrollo social de las comunidades y periferias urbanas beneficiarias de proyectos con tal componente. Este vendría a ser el punto de inflexión para pensar en un nuevo paradigma, que contribuya a modificar la concepción que se tiene actualmente del territorio como fuente de riqueza económica para unos pocos, a costa del deterioro de la naturaleza y la calidad de vida de la población y su entorno natural.

Este artículo, basado principalmente en los casos del lago de Yojoa y la laguna de Jucutuma, dos depósitos de agua dulce amenazados por la desaparición desde varias décadas atrás, aborda esta problemática desde una perspectiva contemporánea, sin por ello soslayar antecedentes históricos clave para comprender su ruta evolutiva y sus estrechas vinculaciones con la vulnerabilidad social que enclaustra a dichos entornos.

El caso del lago de Yojoa: ¿Por qué fue intervenido en 2022?

El lago de Yojoa, considerado como “el principal depósito de agua dulce del país”, fue intervenido formalmente por el gobierno hondureño desde el 17 de octubre de 2022. Las autoridades anunciaron la integración de un “gabinete ambiental” liderado por la Secretaría de Ambiente, las Fuerzas Armadas, el Instituto de Conservación Forestal (ICF) y la Secretaría de Energía, con apoyo de la Fiscalía Especial del Medio Ambiente del Ministerio Público (MP), asociaciones ambientalistas pro-lago, municipalidades del entorno, organizaciones comunitarias y la empresa privada.

Según los actores participantes, esta intervención era necesaria porque “Los problemas detectados en torno al lago son muchos y en su mayoría tienen impacto ambiental, razones que motivan la intervención. Se hizo una lista de al menos 15 amenazas, pero hay una que podría convertir el lago en un contaminado pantano apestoso o, mucho peor, en un desierto inerte; visto ese como el mayor de los peligros que enfrenta si no se toman las acciones ya anunciadas”[3].

El severo impacto ambiental sería provocado por el proceso conocido como “eutrofización”, calificado como “peligroso” para el lago y toda su vida acuática. Este proceso consiste en un “enriquecimiento de nutrientes”, un fenómeno acelerado por las actividades humanas. “Las fuentes más importantes de nutrientes como nitrógeno y fósforo provienen de la agricultura, la acuicultura, la ganadería y de las aguas negras de la población”. Sin embargo,

El problema de la eutrofización no son los nutrientes o las algas en sí, que definen el estado trófico, sino las consecuencias ecológicas; la descomposición de las algas muertas que se sedimentan en el fondo del lago, lo que implica un consumo importante de oxígeno que puede ocasionar mortandades de peces y otros organismos acuáticos. En fin, la eutrofización puede provocar la muerte del ecosistema de un lago, es decir la muerte del lago en sí[4].

Alexis Oliva, secretario ejecutivo de la Asociación de Municipios del Lago (AMUPROLAGO), que está conformada por los municipios ribereños, sostiene que:

El lago es una caldera volcánica a la que se le cambió su hidrodinámica natural y ahora la acumulación histórica de nutrientes le está generando un impacto a la calidad del recurso hídrico. Obviamente eso puede regularse, tiene que regularse, porque creemos que el Lago de Yojoa ya no aguanta más. No es que se está muriendo, obviamente el lago tiene sus crisis, pero sí es tiempo de tomar acciones[5].

Según Oliva, debido a que el curso natural del lago fue modificado para convertirlo en una fuente endorreica (que no tiene salidas naturales), “los sedimentos o nutrientes que se alojan en su fondo no pueden salir y llegar al mar a través de los ríos. Ese proceso ya lleva 58 años. Eso causa que el lago no se depure fácilmente mediante corrientes naturales”. Además, informó que este tema de nutrientes “lleva un poco más de 20 años, es un aporte de nitrógeno y fósforo impresionante que le genera, de una u otra manera, mala calidad al recurso hídrico. A nosotros nos interesa la calidad y la cantidad. La calidad, por tener un humedal con importancia por ser un sitio Ramsar, el sitio más importante de agua dulce en Honduras”. Agregó que “si tenemos un sitio Ramsar sano, vamos a tener gente sana dentro de la cuenca, por eso nos interesa el tema de calidad. Y nos interesa la cantidad por el tema de energía”[6].

Sin embargo, el problema tiene otras connotaciones; Oliva argumentó que otra consecuencia del sedimento o nutrientes “es que cuando el lecho se calienta se da una proliferación o bloom de algas, que causa una especie de colchón de plantas que llegan a la superficie y se estancan en la parte sur del lago y la zona de restaurantes. Y esas algas, que tienen gran contenido de omega tres a la exposición del sol, apestan”. Finalmente, cuando hay exceso de nutrientes,“hay una proliferación enorme de algas y eso causa la disminución de calidad de agua y de oxígeno, entonces se atenta contra todo el cuerpo de agua y, por ende, su vida acuática”[7], señaló el experto.

“Un máximo de 20 años de vida le quedan al Lago de Yojoa”, vaticinó Edward Hall, investigador científico de la Universidad Estatal de Colorado, Estados Unidos. Hall explicó a una comitiva gubernamental que “los residuos derivados de las productoras industriales de tilapia, desde hace 25 años, están acabando con el poco oxígeno que le da vida no solo a los peces, sino a las demás especies acuíferas del lago. En esas condiciones mueren los peces, el agua no es apta para el consumo humano ni para bañarse porque, además, la superficie del agua está llena de algas y, por otra parte, la falta de oxígeno imposibilita la generación eléctrica”. El investigador añadió que “la industria pesquera es responsable del 80% de nitrógeno y casi el 90% de fósforo. Me imagino que en 10 a 20 años el Lago de Yojoa va a ser una alfombra de algas”. Hall sugirió varios años de descanso de las actividades pesqueras industriales para que salgan los contaminantes[8].

La presencia humana en el entorno

A mediados de noviembre de 2022, la población residente alrededor del lago era de 70 mil personas. Su cuenca se extiende en 44,253.94 hectáreas, ampliada en 2021. Tiene 16 ecosistemas. Es refugio para especies acuáticas y terrestres, el 55% de las aves, el 44.2% de los anfibios y el 43.6% de los reptiles presentes en el país[9].

El reportaje especial de La Prensa sobre el lago de Yojoa continuó el 16 de noviembre de 2022 actualizando, pero a la vez reconstruyendo, los antecedentes históricos de este importante embalse ubicado en los límites de los departamentos de Cortés y Santa Bárbara, que antes de 1893 formaban un solo departamento; y el central departamento de Comayagua. “Para que el Lago de Yojoa pudiera ser la principal fuente abastecedora de agua para la generación de energía eléctrica en las represas Cañaveral y Río Lindo, al sur de Cortés, la hidrodinámica del reservorio más grande de agua dulce de Honduras fue modificada hace más de 50 años y ahora eso le está pasando factura”.

Según Alexis Oliva, para que el agua del lago fluyera hacia el norte, donde se ocupaba para la generación eléctrica, se le cerraron sus salidas naturales al sur, en dirección al río Gualcarque, donde nace el Ulúa. “Si el lago tuviera su condición natural, esos sedimentos o nutrientes que llevan acumulándose 20 años saldrían, y por esa razón el lago no se depura tan fácilmente”, puntualizó. “El complejo hidroeléctrico Cañaveral-Río Lindo es vital para la generación de energía y la operación del Sistema Interconectado Nacional. Con una capacidad total instalada de 109 megawatts (MW), es la segunda instalación hidroeléctrica más grande del país, después de la central Francisco Morazán de 300 MW”. (…) “La construcción del complejo hidroeléctrico Cañaveral-Río Lindo inició en 1960 y ya para 1978 estaba en operación. Todo el sistema opera en cascada, aprovechando el Lago de Yojoa como embalse natural, ubicado a 637 metros sobre el nivel del mar (msnm)”[10].

Unas 200 familias viven de la venta de pescado frito a orillas del lago. En 12 años, este ha perdido 88 millones de metros cúbicos de agua, por el impacto del cambio climático en el régimen de lluvias. Según el secretario de Energía, Erick Tejada, “Se calcula que la enorme cantidad de nutrientes que hay en el suelo del lago ha desplazado más de 80 millones de metros cúbicos de agua. Él asegura que el agua que se toma del lago para la generación hidroeléctrica no afecta sus niveles”. (…) “Solo el 30% del concentrado que se da a los peces queda en ellos, el 70% restante cae en el fondo del lago como sedimento. Entonces todo ese azolvamiento hace que haya menos disponibilidad de agua y de vida útil”[11], aseveró el funcionario.

Amenazas y presiones sobre el lago

Según algunos expertos, el número de amenazas y presiones que penden sobre el lago de Yojoa son numerosas, entre estas: “1) Disposición inadecuada de desechos sólidos 2) Avance de la frontera agrícola 3) Extracción de madera y fauna 4) Sobrepesca 5) Incendios forestales 6) Extracción de minerales metálicos y no metálicos 7) Expansión inadecuada de la infraestructura turística (muelles) 8) Cacería no regulada 9) Uso inadecuado de agroquímicos 10) Hidroeléctricas 11) Prácticas piscícolas inadecuadas 12) Apropiación ilícita de tierras 13) Explotación de minerales 14) Apertura ilegal de ejes carreteros”.

Estas amenazas y sus incidencias pueden ser aún más graves, puesto que la importancia ecosistémica del Lago de Yojoa “se basa totalmente en la salud de su agua. De ella dependen miles de familias que viven en su alrededor, centenares de turistas que comen de sus peces, 71 especies acuáticas, 802 especies de plantas terrestres y el 67% de las especies de aves del país que habitan en el espejo de agua”[12].

Según el coronel Juan Ramón Hernández Campos, comandante del C-9, el batallón “se instalará en Pinalejo, Santa Bárbara, pero luego se montará un destacamento integrado por la Fuerza Interinstitucional Ambiental para dar seguimiento a las operaciones a inmediaciones del restaurante La Naturaleza. Allí estarán elementos del batallón, fiscales e investigadores”.

El gobierno aprobó para la intervención del lago 275 millones de lempiras, de los que 50 millones irán para la Fiscalía del Ambiente, 22 millones para los 14 municipios alrededor del Lago y 175 millones para la Secretaría de Defensa, que conformará el Tercer Batallón de Protección Ambiental con sede en Pinalejo, Santa Bárbara[13].

En suma, resumiendo lo dicho por los expertos sobre la situación del lago de Yojoa a finales de 2022, se infiere que este padece de asfixia e indigestión en un grado avanzado, debido al agravamiento de sus condiciones de vida y la relación negativa que la sociedad de su entorno (población residente y flotante (turismo), empresas y Estado) han establecido con este reservorio de vida natural y fuente de energía.

El caso de la laguna de Jucutuma en San Pedro Sula

La situación de la laguna de Jucutuma no es muy diferente que la antes descrita respecto del lago de Yojoa, excepto porque enfrenta una crisis aún más severa. En 2007, una organización local consideraba que “la lechuga de agua cubre un gran sector de la laguna, este fenómeno está provocando una reducción sobre el espejo de agua desde hace años. Toda la laguna se encuentra dentro de la zona de vida de Bosque Seco Tropical y en el sistema agropecuario según el mapa de Ecosistemas Vegetales”[14].

En enero de 2020, se informaba que el espejo de agua de la laguna de Jucutuma “desapareció por completo”. Entre las causas se mencionaba la contaminación de los ríos, la ocupación de los bordos de estos por pobladores y la insalubridad de la ciudad, considerados como “problemas ambientales presentes en San Pedro Sula”, sin que las autoridades municipales intervinieran para resolverlos.

El acta de defunción de Jucutuma parecía dispuesta para su publicación en esa fecha, acompañada por un historial en el que destacaba la indiferencia municipal ante sus dolencias: “En agosto 2015, la corporación municipal sesionó a orillas de la laguna y entregó 2.2 millones de Lps a una Fundación para extraer la lechuga o lirio de agua de sus aguas. (…) El problema de los bordos es grave y la contaminación de los ríos es peor”. Un residente de Los Álamos dijo que en los bordos de Río Blanco “…hasta carros de constructoras llegan a arrojar desechos y la deforestación es evidente y nadie hace nada”[15].

Unas 20 mil familias se hallaban establecidas en esa fecha en los bordos de los ríos que atraviesan la ciudad de San Pedro Sula. El epitafio de una laguna sin espejo se veía venir, pero no era mucho lo que se podía hacer, ante un estado de erosión tan grave y una indiferencia social tan profunda. Un resumen del estado deplorable de Jucutuma se publicó a inicios de enero de 2020, identificando las causas y factores con mayor peso en la crisis terminal de la laguna: “La construcción de diques con el propósito de sacar el agua de la laguna de Jucutuma para la expansión de sembradíos está acabando con el espejo de agua”. Según pobladores de la zona, entre 2010 y 2020 la laguna perdió el 70% de su manto acuático debido a la siembra y al poco interés de las autoridades en recuperarla[16].

Un equipo de diario La Prensa recorrió el lugar y constató in situ que, “además de la construcción de diques, el segundo factor que la está condenando es la escasez de lluvias en 2019; a estos dos problemas se une la tala de árboles y la siembra de plantaciones que consumen mucha agua como la palma africana”. Francisco Chinchilla, presidente del patronato de San José del Boquerón, informó que la situación pone en riesgo a varias especies de aves migratorias y estacionales que llegan a la laguna, como garzas, pichiches, patos de agua, entre otros. Varias familias de dicha comunidad dependen de la pesca en la laguna para su alimentación, que a inicios de 2020 había disminuido en un 95%, según el poblador César Castellanos. En ese momento había cinco colonias en los alrededores de la laguna[17].

En septiembre de 2019, se daban a conocer otros antecedentes y se revelaba el curso seguido por los males que estaban acabando con la vida de una laguna considerada como una “joya natural de San Pedro Sula”. Un reportaje del periodista César Andrés Panting ilustraba lo que ya parecía ser una situación de inminente desastre y colapso de Jucutuma. En sus mejores tiempos, la laguna servía como fuente de alimentos para algunos pobladores que pescaban en sus aguas. Sin embargo,

… en extensas zonas donde antes estaba aquel hermoso espejo de agua, ahora solo quedan largos y tristes paisajes de lirio acuático y lodo. (…) Pero esta situación no surgió de la noche a la mañana, pues ya son varios los años en los que diferentes factores han ido afectando la laguna hasta llevarla a un punto crítico (…) uno de los mayores problemas es que alrededor de la laguna hay más de 400 casas distribuidas en varias comunidades y las aguas negras de la mayoría de ellas van a parar a Jucutuma.

Pero este no era el único problema. Diez años atrás, en 2010, un estudio estimó que el 80% de la superficie de la laguna se encontraba cubierta por lirio acuático. El reportaje reconoce que durante esa década hubo esfuerzos para mejorar la situación de la laguna, pero consideró que estos resultaron “demasiado tibios o se han terminado por cancelar debido a distintas causas”. En 2008, por algún tiempo, pobladoras de San José del Boquerón trabajaron en la recolección del “repollo de agua” (nombre científico Pistia Stratiotes[18]). Por un pago diario de L 120 (U$D 6.30 al cambio de ese tiempo), con apoyo municipal recolectaron hasta 600 toneladas de lirio acuático, pero el proyecto no continuó por falta de fondos[19].

El lirio acuático siguió reproduciéndose, hasta llegar a parecer una “alfombra verde” que cubría la mayor parte de la laguna. En 2016, las labores de limpieza fueron interrumpidas “debido a la contaminación por aguas negras provenientes de las viviendas de los alrededores de la zona. (…) Canoas que antes flotaban sobre la laguna de Jucutuma ahora se pueden ver enterradas en el lodo que quedó al descubierto ante la falta de agua”. El periodista resumió su informe con un lamento: “Lo cierto es que los esfuerzos han sido pasajeros y esa falta de constancia en el cuidado de la laguna ha traído consecuencias”.

En agosto de 2019, los vecinos del entorno de Jucutuma identificaban como causa del desecamiento el hecho de que “laguna abajo están haciendo desagües para sacar el agua”[20], y como problemas, las “nuevas urbanizaciones y el lirio acuático”. César Rivera, poblador establecido a orillas de la laguna, aseveró: “Este año ha sido peor para la laguna, poco a poco se está secando, el pescado grande está desapareciendo y algunos mueren”. Así, el agua y el alimento aparecían en primer plano en la narrativa de los pobladores, indicando con certeza las causas y la acción humana en su provocación, aspectos que no deben pasar inadvertidos en la definición de las políticas públicas que se propongan para resolver tales problemas. Además, se informaba que un problema similar afectaba a la laguna de Ticamaya, cercana a Jucutuma, pero ubicada en la jurisdicción del vecino municipio de Choloma, de gran crecimiento poblacional y conocido actualmente como “capital de las maquilas”. Allí, el problema evidente era la pérdida del espejo de agua de Ticamaya.

En el caso de Jucutuma, la bióloga Claudia Lardizábal señalaba que “puede estar entrando sedimento a través de los afluentes, por la actividad productiva de la zona, recordemos que la laguna de Jucutuma está en el centro de varias colonias”. También indicó que “lo primero que hay que hacer es tener un buen manejo de las cuencas, recordemos que todo lo que pasa montaña arriba, llega montaña abajo. Tenemos que identificar cuáles son los sitios problemáticos”[21]. El ingeniero agrónomo Roque Vaquero Morris precisó algunos de esos lugares críticos, como las cuencas de los ríos Ulúa y Chamelecón, los principales en el valle de Sula. En su opinión,

El deterioro de las partes altas de las cuencas de estos ríos ha causado muchísimos problemas relacionados con los efectos sentidos especialmente en las partes más bajas del Valle de Sula, debido a que, como producto de la intensa erosión de las tierras, una importante sección de su área de flujo está colmada de sedimentos, lo cual disminuye la capacidad de conducción de agua del cauce y obliga, al elevarse el nivel del agua, a que se desaloje lateralmente del mismo. Debido a esto, una de las operaciones prioritarias en estos cauces se relaciona con su limpieza y eliminación de sedimentos[22].

Casi un año después, en octubre de 2020, la descripción del sitio de Jucutuma registraba la aceleración del proceso que estaba llevando a su desaparición, así como el aumento cuantitativo de los factores implicados:

De lo que fue una joya natural de San Pedro Sula, hoy solo hay manzanas y manzanas de tierra cultivada y el recuerdo de que algún día hubo agua. Los alrededores de la laguna han cambiado. Solo se observan urbanizaciones, comercios, gasolineras y varias construcciones. Hay seis urbanizaciones nuevas en la zona, la mayoría habitadas en su totalidad.

Un grupo de sampedranos interpuso denuncia ante el Ministerio Público, para saber qué estaba pasando en la laguna. Según el reporte periodístico:

La investigación está en curso, pero es evidente el descuido, desinterés y la irresponsabilidad de los encargados de cuidar la riqueza natural del municipio. (…) Varios millones de lempiras se asignaron para recuperar la laguna, por lo que las investigaciones también deben enfocarse en confirmar si en realidad se invirtieron allí, dicen los pobladores de la zona[23].

Bajo el subtítulo “Millones perdidos”, el reportaje recordaba que el último intento para salvar la laguna fue en 2015, “cuando el alcalde Armando Calidonio y su corporación tuvieron una sesión a la orilla del espejo de agua y entregaron a la fundación Educación Ambiental de Honduras (Edamh) un cheque por 2.5 millones de lempiras para retirar la lechuga que comenzaba a cubrirla”. (…) “Esos fondos provenían de la Feria Juniana de aquel año, pero parece que no sirvieron de nada, igual que el resto de recursos invertidos”. (…) “El ingeniero agrónomo German Pérez señaló que las personas que viven en los alrededores de la laguna construyeron bordos o diques, para que el agua lluvia no alimentara el espejo de agua, el cual poco a poco fue desapareciendo, ya que no recibía el líquido que provenía de la parte alta de la zona”. (…) “La laguna se ha convertido en un sistema cerrado, pues las conexiones al río Chamelecón se han perdido debido al desarrollo urbano. La pesca artesanal se ha minimizado”.

En los últimos 30 años, la laguna de Jucutuma ha venido experimentando un proceso acelerado de eutrofización, definido como “el envejecimiento de la laguna hasta su eventual desaparición por los sedimentos y nutrientes sin control, sobreproducción de lirios y otras especies acuáticas, cuya biomasa se acumula en el fondo a través del tiempo, rellenando el cauce”.

La ingeniera ambiental Diana Betancur, sugiere un plan de manejo para este sistema lagunar (Jucutuma y Ticamaya), argumentando que ello implica, “previo diagnóstico, reglamentar el uso del suelo en la cuenca, desarrollar un plan de ordenamiento territorial, implementar un buen sistema de tratamiento de lixiviados en el relleno sanitario, desarrollar un programa de saneamiento que incluya soluciones para el manejo de desechos, residuos, lodo y las aguas provenientes de actividades agropecuarias, entre otros”. Agregó que “la incorporación de medidas de adaptación al cambio climático también es prioridad”, Jucutuma no es área protegida, pero sí lo es Ticamaya[24].

Pese a que el 11 de noviembre de 2020 se informaba que, después de haberse secado durante la tormenta tropical Eta, “el agua está regresando a la laguna de Jucutuma”[25], aún en 2022 no se había calculado en toda su magnitud el impacto ambiental provocado en Jucutuma. La misma queja se escucha respecto de los esfuerzos fallidos de las políticas públicas en otros ámbitos sensibles para la población hondureña, entre estos la reducción de la pobreza, el control de la violencia y la mitigación de todas las formas de vulnerabilidad que ahora la población enfrenta cotidianamente. Se produce así una crisis de resultados debido a la ausencia de modelos exitosos para enfrentar los problemas señalados, con lo cual se desestabilizan todos los factores constitutivos de la realidad actual del país. En tal circunstancia, prevalecen los fracasos del pasado por su reproducción en el presente, a la vez que se reduce un potencial futuro como escenario de progreso social en condiciones de estabilidad y continuidad.

Una cadena de vulnerabilidades

Cuando se identifica el lugar físico de la población en los procesos de vulnerabilidad aquí considerados, más que un círculo vicioso se observa una cadena formada por muchos eslabones que desembocan en escenarios y situaciones que se reconocen socialmente como áreas afectadas por la vulnerabilidad ambiental. El caso, entre otros, de la población establecida en el entorno del lago de Yojoa y la laguna de Jucutuma, representa un factor de riesgo y amenaza para la condición vulnerable de estos cuerpos de agua, que afecta principalmente la calidad de sus aguas.

A la vez, esta población representa un factor de vulnerabilidad para la situación del desarrollo socioeconómico, debido a su falta de integración social, que le impide mejorar sus condiciones de vida y contribuir de manera más significativa al desarrollo socioeconómico en general. En tales circunstancias, se mantiene en una situación transitoria entre su integración económica a través de los negocios que ha establecido en el entorno de estos cuerpos de agua, pero en una condición social más cercana a la exclusión, particularmente en el caso de los pobladores de Jucutuma.

Sus condiciones de vida no solo dependen de la situación altamente vulnerable del lago o de la laguna que les sirven como fuente de sustento, sino que este hecho los acerca más a un estado de vulnerabilidad socioeconómica que a las posibilidades de superar esta condición debilitante. Se constituyen así los eslabones de una cadena de vulnerabilidades, en la que los principales afectados son la población y el entorno natural. La cercanía física de la población con el lago de Yojoa y la laguna de Jucutuma —que es el problema que salta a la vista en una observación superficial—, impide que se visibilice una sociedad en extremo jerarquizada y rígida, con escasa movilidad social y una alta concentración de la riqueza y la pobreza en polos extremos.

El eslabón principal en esta cadena son las desigualdades sociales que sustentan la sociedad jerárquica y rígida, cuyo último eslabón son las vulnerabilidades económicas, sociales y ambientales que, simultáneamente, afectan al conjunto de la sociedad. Por tanto, las alternativas de solución que el Estado y la sociedad pretendan diseñar e implementar para enfrentar estas vulnerabilidades en el siglo XXI, deben considerarlas como un conjunto que se formó y se consolidó en los últimos 70 años, como resultado de políticas económicas que focalizaron sus objetivos en el crecimiento económico y no en el desarrollo económico y social de una población que ha venido creciendo a un ritmo superior al que puede absorber un crecimiento económico al servicio exclusivo de la concentración de la riqueza en pocos grupos, corporaciones y familias.

El punto de referencia inicial en la cadena de este proceso, visibiliza a la población y sus formas de ocupación y explotación del territorio y sus espacios naturales; o lo que es lo mismo, traduce la modalidad más característica de las relaciones actuales de la sociedad con la naturaleza, que deja al descubierto la condición marginal de la población y el entorno natural para el Estado y la sociedad.

El resultado es la reproducción continua de las desigualdades, las precariedades y vulnerabilidades sociales que inician y cierran el proceso que origina los contextos y escenarios que más han proliferado en Honduras desde la segunda mitad del siglo XX. Esta conclusión supone la necesidad de un cambio de enfoque respecto de las relaciones actuales de la sociedad con la naturaleza, de lo que podría depender la supervivencia de ambas. El ejemplo de la calidad del agua, presente en las preocupaciones sobre el lago de Yojoa y la laguna de Jucutuma, ilustra certeramente la necesidad de reenfocar los problemas hasta aquí considerados.

La calidad del agua y las lecciones no aprendidas

La particularidad de la calidad del agua es que no solo constituye un indicador de la calidad de vida en reservorios como los mencionados, sino también de la vida humana. La naturaleza ofrece ejemplos que ilustran esta comunidad de intereses para una sobrevivencia mutua, como destacaba un informe sobre la situación del ámbito forestal del país, un año antes de la tragedia del huracán Mitch:

Es muy conocido que los recursos forestales están estrechamente relacionados con el elemento agua, en los sistemas de las Cuencas Hidrográficas. Consecuentemente, la perpetuidad, la cantidad y calidad del agua de las Cuencas Hidrográficas dependen, en gran medida de la existencia y manejo de la vegetación en las cuencas, principalmente en sus partes altas[26].

Si el desarrollo social sigue desvinculado —como hasta ahora— de la calidad del agua y esta de la calidad de vida de la población, entonces solo se seguirá reproduciendo el círculo vicioso, según el cual, las ciudades carecen de servicios eficientes de agua potable y de drenaje adecuado en sus calles y avenidas; mientras, se sigue temiendo la llegada de las próximas inundaciones y las campañas electorales siguen saturando la conciencia social con promesas que confunden la construcción de un puente con el desarrollo social de la población.

Si se quiere ir más allá con el mismo ejemplo de la calidad del agua como factor incidente en la situación de vida de la población, se debe reconocer, además, que su ausencia es un factor de vulnerabilidad de la salud pública, y que su vulneración es un límite importante para toda posibilidad de desarrollo social, para el desarrollo económico en condiciones amigables con la naturaleza y, en general, para transformar las relaciones adversas de la sociedad con la naturaleza que predominan actualmente.

El anuncio hecho por el gobierno actual a finales de octubre 2022, respecto de rehabilitar el fallido proyecto habitacional “Ciudad Mateo”, que podría afectar el entorno natural y la calidad del agua en la represa Los Laureles, una de las principales fuentes de abastecimiento de agua para los habitantes de la capital, se ubicaría entonces como un factor de reproducción de las mismas condiciones que condujeron a la crisis del lago de Yojoa y el colapso de la laguna de Jucutuma.

La respuesta ensayada por algunos funcionarios gubernamentales, según la cual en el presente se cuenta con suficientes avances tecnológicos para reducir el impacto de los proyectos habitacionales sobre las fuentes de agua, no tiene tanto peso como la percepción de amenaza y riesgo que manifiesta la población consumidora respecto de la garantía de la calidad del agua que recibirá en sus hogares.

Sin embargo, no se ha presentado un argumento similar ante los casos del lago de Yojoa, la laguna de Jucutuma y de otros cuerpos de agua no considerados en este estudio, pero en similares condiciones, como para asumir que se está ante una estrategia estatal que se aplicará a la protección de estos bienes naturales.

Estos ejemplos de nada habrían servido, si ahora se reitera, desde las esferas gubernamentales, la repetición de experiencias fallidas como “Ciudad Mateo”, que antes salpicó al gobierno neoliberal de Rafael L. Callejas (1990-1994) y dejó lecciones todavía no aprendidas por la institucionalidad estatal, al margen de la ideología y el color político del gobierno en turno.

Al descubierto queda la falta de sostenibilidad de las políticas de protección ambiental que diversos gobiernos han proclamado en los últimos treinta años, establecidas a regañadientes y puestas en práctica con más displicencia y permisibilidad que con eficiencia y resultados tangibles.

La búsqueda de crecimiento económico al costo de sacrificar la naturaleza y el medioambiente, que hasta la fecha ha demostrado ser insostenible y por tanto carente de futuro; la despreocupación estatal por la protección ambiental; así como la falta de una conciencia colectiva sobre la mutua dependencia de la existencia humana y de la naturaleza, deben ser considerados como los fundamentos para replantear el modelo económico actual con un enfoque de cambio social, estrechamente vinculado con la protección de la persona humana y, simultáneamente, con el cuidado de la naturaleza.

Hacer lo contrario supone no solo un desconocimiento del funcionamiento y de las formas de interacción de la sociedad con la naturaleza, sino además reducir las posibilidades de un futuro mejor para la población hondureña. La visión integrada de los problemas y sus soluciones debe ser el eslabón más importante en todo proceso de cambio que involucre a los sistemas de salud y educación, que son los más relacionados con la situación del entorno natural y se mantienen en una interacción constante con los protagonistas de su conservación o su destrucción.

Propuestas que la negligencia se llevó

Una propuesta presentada en 2008 por el alcalde de San Pedro Sula, que proponía la conversión de la laguna de Jucutuma en reservorio de vida para diversas especies de flora y fauna, con el objetivo de “dotar a sus habitantes de una infraestructura local para la educación, esparcimiento, deporte y el fomento de una cultura ambiental”, apuntaba en la dirección correcta, pero nunca se puso en marcha.

La asociación de temas como la protección ambiental, el conocimiento y la interacción de la sociedad con la naturaleza por medios amigables, como respuesta institucional, reúne condiciones que en la situación de elevada vulnerabilidad ambiental que viven municipios como San Pedro Sula, podrían contribuir a la recuperación y/o regeneración de sus reservorios naturales. La laguna de Jucutuma formaría parte del recorrido turístico que la municipalidad desarrollaría, incluyendo además el sitio arqueológico de Curruste, cercano a la laguna de Ticamaya.

Asimismo, se pensaba que Jucutuma se convertiría en “un importante criadero de especies” que, en 2012, garantizaría la seguridad alimentaria de los pobladores de la zona y sería una importante fuente de empleo. La nota periodística finalizaba con una conclusión esperanzadora, que tampoco se cumplió:

Por lo pronto, restituir la integridad ecológica de la laguna de Jucutuma es un sueño. Como un sueño también es rescatar su ecosistema y el remanente del bosque seco tropical que lo circunda y la biodiversidad que la sustenta[27].

El problema es mayúsculo, si además se considera que represas como Los Laureles, una de las fuentes de abastecimiento de agua en la capital, ha venido enfrentando en los últimos años problemas similares. A finales de enero de 2022, se afirmaba que “la capacidad de almacenamiento de la represa Los Laureles se encuentra limitada en la actualidad por una importante cantidad de lirios acuáticos, a lo que se suma el sedimento que reduce significativamente los 10.5 millones de metros cúbicos que en teoría almacena”[28].

El problema no es nuevo; el 20 de febrero de 2018 ya se informaba que la sobrepoblación de lirio acuático, arrastrado por las aguas del río Guacerique, estaba afectando el funcionamiento de Los Laureles, abarcando unas 20 hectáreas de su superficie. En aquel momento se estimó que si no se retiraba la planta, se perdería por lo menos medio millón de metros cúbicos de agua por su acción en la represa[29].

En mayo de 2020, las autoridades municipales se aprestaban a remover unas 400 toneladas de lirio acuático para evitar la pérdida de al menos 200 mil metros cúbicos de agua en el embalse. Según Nasry Asfura, el alcalde en funciones en aquel momento, la labor de limpieza en Los Laureles se realizaba todos los años desde el comienzo de la estación lluviosa hasta octubre, para impedir la expansión de la planta invasora[30]. Sin embargo, en enero de 2022 el problema continuaba y, hasta la fecha, no se ha encontrado una respuesta sostenible.

Los severos efectos de la crisis ambiental

Lo que se sabe a ciencia cierta, porque así lo informaron funcionarios del Instituto de Conservación Forestal (ICF) ante medios de comunicación, es que al 30 de diciembre de 2022 se habían producido 1912 incendios forestales que afectaron 196 mil hectáreas de bosque a escala nacional, principalmente en los departamentos de Francisco Morazán, Gracias a Dios (particularmente en Puerto Lempira), Colón, El Paraíso, Olancho y Comayagua. Estos datos representan un incremento de 30 a 40% en relación al comportamiento observado por este fenómeno en 2021, que hoy se concentra en la región nororiental[31] y central del país.

A su vez, líderes de la comunidad de hondureños migrantes en los Estados Unidos de América y de la Plataforma de organizaciones indígenas de La Mosquitia en el departamento de Gracias a Dios, informaron que unos 800 hondureños de la etnia misquita y algunos de las etnias tawahka y pech emigraron a dicho país en 2022. Al 30 de diciembre se había reportado el fallecimiento de cinco de ellos, cuatro en México y uno en Texas, por las bajas temperaturas y otras causas que no pudieron superar en la ruta migratoria.

Es preciso indicar que estas poblaciones se ubican en los departamentos de Gracias a Dios, Olancho y Colón, mencionados por el ICF entre los más afectados por los incendios forestales en 2022, con antecedentes en años anteriores. Esta coincidencia, que reúne en la misma geografía a tres empobrecidas poblaciones indígenas, con los departamentos que están reduciendo su superficie boscosa por efecto de los incendios forestales, implica que la crisis ambiental tiene a la vez efectos severos en las poblaciones más vulnerables en términos sociales.

Así, la destrucción de los entornos ambientales se conjuga con la visibilidad de la exclusión social y la pobreza extrema que afecta con mayor agudeza a las poblaciones indígenas. En consecuencia, hoy estas comienzan a registrar y vivir fenómenos como la migración masiva al extranjero y el uso de sus territorios —por agentes externos— para el tránsito de drogas y otros comercios ilícitos, que también provocan violencia y desplazamientos internos forzados desde sus comunidades respectivas.


[1] Véase al respecto, “Tabla de identificación de daños durante emergencia en el Valle de Sula (12/09/2022 – 30/09/2022)”, elaborada por el Centro de Estudios y Desarrollo del Valle de Sula.

[2] Respuestas de Leonardo Pineda, asistente técnico del Centro de Estudios y Desarrollo del Valle de Sula, a las preguntas formuladas por esta investigación en 2022.

[3] La Prensa, “Emergencia: Lago de Yojoa se está quedando sin oxigeno”, reportaje de la periodista Jessica Figueroa, 15 de noviembre 2022, pp. 2, 3 y 4.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.

[9]Ibíd. Véase, además, https://sustainability.colostate.edu/people/hall-edward/

[10] La Prensa, “Impacto: Regularán turismo en canal artificial del lago”, pp. 2-3; y, “Incendios, basura e invasiones también presionan al lago”, p. 4, segundo reportaje especial de la periodista Jessica Figueroa sobre el lago de Yojoa, 16 de noviembre 2022.

[11] Ibíd.

[12] Ibíd.

[13]Ibíd. El destacamento militar mencionado, se inscribe en la política del gobierno actual de proteger los bienes naturales con la creación de “batallones verdes”.

[14] “Laguna de Jucutuma”, actualización, en: https://hondubirding.wordpress.com/2007/05/10/laguna-de-jucutuma/

[15]La Prensa, “Laguna de Jucutuma, otro problema ambiental grave”, 20 de enero de 2020. Disponible en: https://www.laprensa.hn/sanpedro/laguna-jucutuma-otro-problema-ambiental-grave-contaminacion-sanpedro

[16]La Prensa, “Fotogalería (16 fotos): “En potreros y maizales convirtieron la laguna de Jucutuma”, 05 de octubre 2020, disponible en: https://www.laprensa.hn/fotogalerias/honduras/fotos-potreros-maizales-lagunajucutuma

[17]La Prensa, “Pocas lluvias y diques están secando la laguna de Jucutuma”, reportaje del periodista Marco Monterola, del 03 enero 2020. Disponible en: https://www.laprensa.hn/sanpedro/pocas-lluvias-y-diques-estansecando-la-laguna-de-jucutuma

[18]Pistia Stratiotes, conocida también como “Lechuga de agua, Lechugilla, Repollo de agua, Repollito de agua” (https://fichas.infojardin.com/acuaticas/pistia-stratiotes-lechuga-de-agua-repollo-agua.htm). Según otra fuente, “Es capaz de crecer a gran velocidad, cubriendo estanques, reservorios de agua, lagos y otras masas de agua. Esto impide el paso de la luz solar y el intercambio de oxígeno. Afecta a la supervivencia de otros seres vivos acuáticos. Dificulta seriamente la navegación. Incrementa la población de mosquitos al proporcionarles lugares de cría muy aptos. El método de control físico más común suele ser la retirada mediante arrastre de las plantas de la superficie”. Cfr., “Catálogo español de especies exóticas invasoras”, disponible en: https://www.miteco.gob.es/es/biodiversidad/temas/conservacion-deespecies/pistia_stratiotes_2013.

[19] A este respecto se informaba: “Irma Chacón sostiene que el salario de 120 lempiras diarios (USD 6.30) que recibe por limpiar la laguna apenas les alcanza para sobrevivir, pero que al igual que sus demás vecinas, no quieren que se seque o se dañe”. Esta labor se llevaba a cabo en una fuerte temperatura de 35 grados centígrados. Cfr., La Prensa, “Honduras: la laguna de Jucutuma ofrece una nueva imagen”, cable de la agencia de noticias AFP, del 17 de septiembre de 2008. En: https://www.laprensa.hn/honduras/la-laguna-de-jucutuma-se-ofrece-una-nueva-imagen

[20]La Prensa, “Urge tomar medidas para salvar la laguna de Jucutuma”, reportaje del periodista César Andrés Panting, publicado el 01 de septiembre de 2019, disponible en: https://www.laprensa.hn/honduras/urge-tomarmedidas-para-salvar-la-laguna-de-jucutuma-CYLP13151355

[21]La Prensa, “Laguna de Jucutuma a punto de perderse entre lirio y lodo”, reportaje del periodista David Zapata, 27 de agosto de 2019. En: https://www.laprensa.hn/sanpedro/laguna-jucutuma-puntoperderse-entre-lirio-lodo-honduras#image-1

[22] Respuestas del Ing. Roque Vaquero Morris a las preguntas formuladas por esta investigación en 2022.

[23] Las fotos y los pies de foto también ilustraban el proceso y las preocupaciones manifestadas en aquel momento: Pies de foto: “Cultivos, ganado, varias actividades agrícolas y hasta viviendas hay donde era la laguna”. “Los pobladores piden a las autoridades actuar”.

[24]La Prensa, “Desaparece la laguna de Jucutuma, una de las joyas naturales de San Pedro Sula”, reportaje de la periodista Lizeth García, 03 de octubre 2020. En: https://www.laprensa.hn/honduras/lagunajucutuma-desaparece-san-pedro-sula-DALP1413000#image-1 53

[25]La Prensa, “Fotogalería: Laguna de Jucutuma vuelve a la vida tras el paso de la depresión tropical Eta”, 11 de noviembre 2020. En: https://www.laprensa.hn/fotogalerias/honduras/laguna-jucutumadepresion-tropical-eta-revive-agua-cambio-climatico-GDLP1421689#image-1

[26] Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (AFE-COHDEFOR), “40 meses de labor rescatando la soberanía del ámbito forestal hondureño”, junio 1994/septiembre 1997, Tegucigalpa, 1998, p. 140.

[27]La Prensa, “Honduras: la laguna de Jucutuma se ofrece una nueva imagen”, cable de la agencia de noticias AFP, del 17 de septiembre 2008. Disponible en: https://www.laprensa.hn/honduras/honduras-la-laguna-dejucutuma-se-ofrece-una-nueva-imagen

[28] Cfr., Honduras en sus manos Noticias, “Lirios acuáticos se “chupan” el agua de represa Los Laureles”, 22 de enero 2022, en: http://www.hondurasensusmanos.info/2022/01/22/lirios-acuaticos-se-chupan-el-agua-derepresa-los-laurele/

[29]El Heraldo, “Retiran lirios que invaden embalse de Los Laureles”, 20 de febrero 2018, disponible en: https://www.elheraldo.hn/tegucigalpa/retiran-lirios-que-invaden-embalse-de-los-laureles

[30]Zona Central Digital, “Alcaldía y SANAA limpian lirio acuático de represa Los Laureles”, 20 de mayo 2020, disponible en: http://zonacentraldigital.com/alcaldia-y-sanaa-limpian-lirio-acuatico-de-represa-loslaureles-tegucigalpa/

[31] Sobre algunos factores de crisis en la región nororiental de Honduras, véase: M. Barahona, “¿Fronteras nacionales o muros de desigualdad?”, en: revista Envío-Honduras, Año 20, No. 71, octubre 2022, Equipo de Reflexión, Investigación y Comunicación de la Compañía de Jesús (ERIC-SJ), El Progreso, pp. 34-46. 


*Historiador, doctor en Ciencias Sociales, autor de Evolución histórica de la identidad nacional, Tegucigalpa, Guaymuras, 1991, y Honduras en el siglo XX. Una síntesis histórica, Tegucigalpa, Guaymuras, 2004, entre otras obras de contenido histórico y social.